Versos latinoamericanos por la paz

** Nuestra América sabe de dolores y luchas, pero también de esperanzas y futuros...


Con palabras soñamos el mundo, lo hacemos cierto, lo mentimos, lo construimos juntos y a veces, queriendo o no, también lo deshacemos. Con palabras nos contamos la vida, los deseos, los amores, los miedos y también las esperanzas. Con palabras que son capaces de incendiar y prendernos podemos rendirnos y negarnos, desafiar y comprometernos, con palabras, con palabras que también son versos.

Contra la guerra
Contra las guerras de hoy y las guerras de siempre han escrito incansables poetas del mundo. Ellos y ellas han sabido ser voz de muchos, voz de todos. Ellos y ellas nos han dejado poemas que son un canto, que son lo más y mejor que nos habita, y que alzados al viento y al fuego son al final de cuentas memoria de los olvidados.

Son incontables las voces que han resistido, que se han negado a doblegarse y que sobre todo, siguen viviendo, para continuar alumbrándonos los caminos.

Tal vez sean pocos los motivos que tienen ellos, los poderosos y los asesinos, para obligar el silencio y para invadirnos. Son pocas las razones, pero son tan certeros sus odios y sus ansias que mutilan niños por daños colaterales y destruyen casas y secan la tierra y queman escuelas y torturan. Como canta Serrat si no hicieran tanto daño nos darían risa.

Y por los que aún cantan y por los que aún viven y por los que dicen que no y levantan el puño hacia el cielo como una plegaria, evocamos la poesía como un arma, como una trinchera de lucha y un fusil de mañanas.

Poemas y poetas por la paz
Aún con los muertos sobre los hombros en Iraq, con el saldo infinito de dolores en Afganistán y Palestina, estalla la vida que se rebela a ser sepultada, y germina, sabia y dulce, combativa y entera. Libia se abre a la conciencia que se enciende, que nos grita a través de mares y pantallas el derecho de los pueblos a no doblegarse. A las mujeres y hombres que muriendo se instalan para siempre en la memoria van estos versos.

Ya decía y nos decía el peruano universal que la solidaridad es la mejor arma y la mejor certeza que tenemos los seres humanos para vencer las opresiones. César Vallejo supo temprano que juntos, amándonos los miedos y las contradicciones, podremos ganarle la guerra a la impuesta muerte que viene del fuego y de la bala.

Al fin de la batalla / y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. / Se le acercaron dos y repitiéronle: / «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. / (…) / Entonces, todos los hombres de la tierra / le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; / incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar…”. (Masa, fragmento).

El futuro es esa conjunción de días. Ese presente que está llegando, que está naciendo, ese tiempo de imprescindibles pasos y abrazos que nos damos, que parimos desde ayer, para hoy y hasta siempre. No habrá justicia sin memoria y en medio de las bombas que caen sobre el pueblo libio otras memorias vienen de lejos. Latinoamérica sabe del odio y la violencia y por eso canta a todos los pueblos que luchan por su independencia. Pablo Neruda, acaricia con la dulzura de marinero que trascendió las aguas, la victoria que no sólo posible es imprescindible.

Está mi corazón en esta lucha. / Mi pueblo vencerá. Todos los pueblos / vencerán uno a uno. / Pero está cerca el tiempo victorioso. / Que sirva el odio para que no tiemblen / las manos del castigo, / que la hora / llegue a su horario en el instante puro, / y el pueblo llene las calles vacías / con sus frescas y firmes dimensiones. / Aquí está mi ternura para entonces. / La conocéis. No tengo otra bandera”. (Canto general, fragmento).

Estos versos saben de la historia común que reúne a todos los pueblos que libran las batallas por alcanzar su libertad y hacer realidad sus sueños. Nuestra América es parte de ese sur enorme que se extiende y vibra en cada pueblo que lucha y siembra su conciencia para hacer nacer el futuro. Este breve esbozo es apenas la confirmación de que poetas y hombres son el mismo amasijo de sentipensares, la misma conciencia que combate y se niega al silencio.

Y El Salvador con su pasado de sangres derramadas se pronuncia por la paz en los versos de Roque Dalton. “Tendremos todos los fusiles / alborozadamente. / No importará la escarcha momentánea / dándose de pedradas con el sudor de nuestro sobresalto, / ni la dudosa relación de nuestro aliento / con la ancha niebla millonaria en espacios: / caminaremos hasta los sembradíos / y enterraremos esperanzadamente todos los fusiles, / para que una raíz de pólvora haga estallar en mariposas / sus tallos minerales / en una primavera futura y altiva / repleta de palomas”. (Para la paz, fragmento).

El dolor y la sangre sembrada en la tierra, la denuncia, el llanto, el valor y la esperanza nacen de estos versos que hoy quieren acompañar a los pueblos que resisten. Sean ellos libres al calor de los versos, seamos nosotros solidarios y cantemos juntos y avancemos unidos hacia el mañana. “Ahora que es la hora de saber quiénes somos / y han de cruzar el río / el dólar y el amor contrarrembolso / arráncanos del alma el último mendigo / y líbranos de todo mal de conciencia / amén”. (Un padre nuestro latinoamericano, Mario Benedetti).



Siembra

Yo aspiro a que vivamos
en las vibrantes voces de la mañana.
Yo quiero perdurar junto contigo
en la savia profunda de la humanidad:
en la risa del niño,
en la paz de los hombres.
en el amor sin lágrimas.
Por eso,
como habremos de darnos a la rosa y al árbol,
a la tierra y al viento,
te pido que nos demos al futuro del mundo...”.

Miguel Otero Silva

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