Ángel Rama, el oficio de la memoria

** El golpe militar de 1973, en Uruguay, lo sorprendió en nuestro país. Aquí emprendió el sueño de la Biblioteca Ayacucho, proyecto editorial que ofrece a los lectores de hoy las voces de los más resaltantes pensadores y escritores de Latinoamérica


Es casi imposible pasar por una escuela de letras, sociología o periodismo en esta América Mayúscula sin acercarse a Ángel Rama (Montevideo, 30 de abril de 1926 - Madrid (Barajas), 27 de noviembre de 1983). Su proximidad, letras más o menos, es sin duda un ejercicio para comprender los haceres y cantos de nuestros pueblos.

Él supo describir esa “ciudad letrada” capaz de resistir, de resistirse a la desmemoria, donde los intelectuales, hombres al fin y al cabo, se niegan a traicionarse. Donde, son capaces de asumirse desde abajo y hacen de la cultura una herramienta para decir y decirnos el futuro, esa era por lo menos su vocación de escritor y lector de su tiempo.

Al final, la vida ha sabido defender su obra, que desde el oficio de la crítica honesta, honda y comprometida nos ha enseñado las costuras de nuestras sociedades y nuestras almas.

Tienen sus palabras la urgencia de la memoria, del decir naciendo, pariendo la imagen de lo que necesariamente habremos de ser. Ángel Rama escribió incansable desde el exilio, que fue en él una impronta, punto de inflexión cargado de pequeñas derrotas cotidianas.

Fue el más joven de la "generación crítica" y también, uno de los primeros en despedirse. Pero a pesar de su ausencia temprana, representa un ejemplo latinoamericano de intelectual sin cortapisas.

El sabía escuchar lo que decían los libros, las canciones, los estudiantes, y era capaz de transmitirnos esas conversaciones. Eso nos queda de él para siempre, la urdimbre de un hombre en el que la palabra y el gesto, la teoría y la praxis, convergen en el infinito caudal de sus vivencias.

Tal vez lo más destacado de la obras de Rama son sus ensayos, en los que a través del ejercicio de la crítica, abordó el fenómeno del boom latinoamericano, encontrando en esta corriente sus motivos y raíces, y esbozando sus posibles consecuencias. Y es que la historia de la literatura latinoamericana, la de la segunda mitad del siglo XX, no sería la misma sin este uruguayo que ha quedado prendido en las letras de Nuestra América.

SU VIDA Y OBRA
Sus estudios de Arte Dramático (1943) lo llevaron a incursionar en algunas obras teatrales, aunque son sus artículos y ensayos los que brillan en las letras latinoamericanas. Ángel Rama se desempeñó como traductor de francés en la agencia internacional France Presse (entre 1945 y 1947). Y en ese mismo tiempo comenzó su labor periodística en el diario El País, en el que ya aparecían sus textos sobre libros y escritores.

En 1947 comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Humanidades, donde participó en el consejo de redacción de la revista Clinamen, producción periódica que publicaban estudiantes de la facultad. Y fue precisamente en esas páginas donde apareció su primer cuento, El preso. En 1948, ingresó al Instituto de Profesores Artigas donde se formó como docente.

Trabajó en la Biblioteca Nacional del 49, hasta el 74. En 1950 se cristalizó su primer emprendimiento editorial, Ediciones Fábula se llamaba el sueño en el que publicó seis títulos de autores uruguayos. La novela ¡Oh, sombra puritana! y el ensayo La aventura intelectual de Figari, fueron publicadas en 1951.

Unos años después, en 1955, la Embajada de Francia le otorgó una beca de estudios. Sus incursiones en la dramaturgia le permitieron presentar en 1958, La inundación, en el Teatro la Comedia Florencio Sánchez. Ese mismo año, recibió el primer premio en el Concurso de Narrativa del Consejo Departamental de Montevideo por Desde la orilla, un libro de cuentos. Lucrecia, otra obra teatral sería puesta en escena en 1959. Desde esta fecha se encargó de la redacción de la sección literaria del semanario Marcha hasta 1968. 
 
Por su novela Cacería Nocturna, obtuvo en 1960, el Primer Premio en el Concurso Departamental de Narrativa de Montevideo.

Un año después, la Comedia Nacional estrenó su tercera y última obra teatral, Queridos amigos. Mientras que como narrador, en 1961, publicó Tierra sin mapa y el ensayo Ubicación de Ernesto Herrera en la literatura dramática.

Su tarea de investigador y promotor de las letras siempre estuvo ligada al compromiso con las voces nuestroamericanas, y por ello fundó en 1962, la editorial Arca, tribuna desde donde se dedicó a la selección y comentario de obras de autores uruguayos. Y desde 1965 formó parte del consejo de redacción de la revista cubana Casa de las Américas, una institución fundamental en la difusión de la literatura latinoamericana.

Algunos años después, precisamente entre 1966 y 1969 se desempeñó como jefe de la Cátedra y Director del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Humanidades.

La publicación de La Enciclopedia Uruguaya, la inició como editor en 1968 y durante dos años, 63 fascículos salieron a la luz con el objetivo de conformar una Biblioteca Básica de la cultura uruguaya.

Sus inquietudes intelectuales lo llevaron a fundar en 1972 el Centro de Estudios Latinoamericanos que se constituyó con el objetivo de promover la investigación y difusión de la cultura latinoamericana.

EXILIO VENEZOLANO
La dictadura uruguaya lo tomó por sorpresa en nuestro país, donde estuvo exiliado desde 1973 y desde donde presenció el desmembramiento de las instituciones democráticas donde se había formado. Trabajó como periodista y docente universitario. Participó activamente en la creación de la Biblioteca Ayacucho, proyecto que nació con el sueño de revalorizar los clásicos de la literatura de nuestras tierras.

En 1976 se editó Los gauchipolíticos rioplatenses, una recopilación de varios artículos publicados en diversos medios periodísticos, entre ellos Marcha.

Se trasladó a los Estados Unidos, en 1979, donde trabajó en las universidades de Princeton y Maryland, primero como profesor visitante y luego como titular. A partir de este año, fue colaborador de Carlos Quijano -quien se encontraba exiliado en México-, en los Cuadernos de Marcha. Hasta 1983 Ángel Rama vivió en EEUU, fecha en la que se le negó la residencia considerado por el maccarthismo como un “subversivo comunista” y se le exigió irse del país, por este motivo se trasladó a Francia, nación que le ofreció continuar su labor de docente universitario.

Ángel Rama, conocedor de nuestra historia y nuestras palabras, falleció junto a su esposa Marta Traba, en uno de esos absurdos del azar en 1983, en un accidente aéreo en las cercanías de Madrid. Pero vive en los libros que nos legó como una ofrenda, allí están para los lectores de hoy y mañana su novela Tierra sin mapa (1961), sus cuentos Desde otra orilla, y algunos de sus ensayos reunidos en la Crítica a la cultura latinoamericana, publicado por la Biblioteca Ayacucho; La transculturación narrativa en América Latina y la Ciudad Letrada, entre otros.

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