José Agustín Goytisolo: poesía puertas adentro

Cuando durante el franquismo el poeta recitaba en las aulas de las universidades españolas, lo hacía a escondidas, puertas adentro, acompañado de aquellos jóvenes estudiantes que creían que la palabra era una trinchera de lucha, fueron así los versos de José Agustín Goytisolo (Barcelona, España, 1928 – 1999).

Su poética derramaba las agrias voces de la madrugada subterránea, la del polvo de los secretos y las clandestinidades, sabiendo que estaba condenado de antemano por la escrita historia de los vencedores, de los verdugos. En Goytisolo el lenguaje era transgresión, vanguardia, semilla para la construcción de un nuevo humanismo. Poesía imprescindible del hombre que se advierte multitud y eco del futuro necesario.

“El poema / es un arma / de dos filos. / Uno suave / y el otro / como un grito cortante / como un rayo incisivo. / ¡Ah poeta dulcísimo! / No olvides / esta parte del poema. / El castigo / es morir por la espalda / degollado / por el segundo filo”. 
(Arma de dos filos)

América se abre en su palabra. La tierra se vuelve fértil campo derramado de sangre. Y los cantos y el batir de palmas resuenan en sus versos. El poeta sabe de la siembra, sabe del pasado que desangró el continente, sabe de las luchas y los amores. Goytisolo, español mayúsculo, poeta de canto justo y solidario, entregó sus versos al paso de las hachas, al crepitar del fuego y al tañido bronce de las armas.

“Yo tuve amigos / de color de bronce, / camaradas de América. / Llegaron hasta mí / con sus canciones, / con su tierra en la mano. / (…) / Por ellos mi amistad / fue como un mapa embravecido, / por sus canciones / me inundó la alegría de otros mares, / supe del dolor de pueblos sin aurora, / alcancé el corazón / sentí la tierra”.
(Claridad, fragmento)

El poeta hizo del verso razón de vida. Se entregó y nos entregó la ternura y la certeza de sabernos menos solos, porque el futuro nos pertenece, es de aquellos que saben que no hay más elección que la de avanzar juntos, que la del abrazo que quema e incendia el mundo.

“En este mismo instante / hay un hombre que sufre / un hombre torturado / tan sólo por amar la libertad. / Ignoro dónde vive qué lengua / habla de qué color / tiene la piel cómo / se llama pero / en este mismo instante / cuando tus ojos leen / mi pequeño poema / ese hombre existe grita / se puede oír su llanto / de animal acosado / mientras muerde sus labios / para no denunciar / a los amigos. ¿Oyes?” 
(Nadie está solo, fragmento)

Se pronuncia en el poeta la existencia, en él las manos levan anclas, las bocas dicen las heridas, los pasos andan y desandan el último silencio. Es palabra definitoria, azar y causa del camino. Estallan sus versos las verdades, los impuestos odios del hambre y del miedo. Poeta de esa España dolida de miserias, Goytisolo es voz imprescindible. Su gesto y su palabra son el grito y el beso, el amor más hondo, la pasión más dura, un fusil de pueblo. Y es que nadie está solo por más sola que sea su soledad. No hay soledad posible porque el dolor se teje y entreteje en los cotidianos encuentros de la esperanza.

“Un hombre solo / grita maniatado exista / en algún sitio / ¿He dicho solo? / ¿No sientes, como yo, / el dolor de su cuerpo / repetido en el tuyo? / ¿No te mana la sangre / bajo los golpes ciegos? / Nadie está solo. Ahora, / en este mismo instante / también a ti y a mí / nos tienen maniatados”. 
(Nadie está solo, fragmento final)

Comentarios

Ciudad Escrita ha dicho que…
Conseguì su blog gracias a que estoy investigando un poco màs sobre William Osuna y ¡Oh! ¡Maravilla! Me topè con este espacio, el cual es muy afable. La mùsica "jazzeada" es muy refrescante y tus artìculos tambièn los son. La felicito por esta bitacora tan interesante y bella a la vez...
Daniela Saidman ha dicho que…
Gracias Bruno, por tus lecturas, tu visita y sobre todo regar de palabras la ciudad...
Saludos,
Daniela

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