Las malas compañías de Mutis y el Gabo

Imágenes tomadas de internet
** “La obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido”, dice el Nobel de Literatura acerca de su amigo.


Dime con quién andas y te diré quién eres”, espeta sin contemplaciones el refranero popular que se usa para acusar generalmente de malas compañías a cuanto desprevenido anda por ahí en conversas mal vistas por los ojos transeúntes. ¿Pero y si resulta que son precisamente Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez quienes se toman sin apuro un café en algún bar de Cartagena? Vaya a saber entonces.
Y es que estos dos personajes hicieron de la palabra, cada quien a su modo, un universo mágico en el que habitan seres que trascenderán las lluvias y otras despedidas. Cómplices en la aventura de narrar cuentan los pasos con los que llegaron para quedarse.

El general en su laberinto
Para Álvaro Mutis, que me regaló la idea de escribir este libro”, dice en la dedicatoria de El general en su laberinto El Gabo. Tiempo después es el propio creador de Macondo quien narra el porqué de esta frase que bastante especulaciones generó en su momento. Resulta que el relato “El último rostro” de Álvaro Mutis, que cuenta un episodio de los últimos meses de la vida de Simón Bolívar, es lo que sobrevivió a una obra mucho mayor. Mutis le contó al Gabo el intento fallido y le sugirió escribir la historia. “Cuando terminó la novela me la dio, porque siempre me muestra sus originales antes que a nadie y me dijo, 'A ver, ¿va a quemar esta también? Y allí estaba el Bolívar que debía haber escrito yo. Pero lo escribió él. Perfecto'", narra el propio Mutis en una de esas anécdotas que dejan al descubierto la amistad entre el autor de Cien años de soledad y el de Ilona llega con la lluvia. Y si aún faltan por venir libros de García Márquez, ¿a quién se los mostrará de primero, ahora que Mutis se nos fue lejos? Y es que el escritor del mítico personaje de Maqroll El Gaviero falleció el 22 de septiembre, en Ciudad México donde vivía desde 1956, cuando llegó con dos cartas de recomendación, una dirigida a Luis Buñuel y otra a Luis de Llano; gracias a quienes consiguió trabajo en una empresa de publicidad y donde conoció a sus amigos en ese país entre los que se cuentan Octavio Paz, Carlos Fuentes y Emilio García Riera, entre otros.

Mutis en la palabra del Gabo
La obra de Álvaro Mutis está entretejida de dolores. El destierro primero de la Europa donde vivió sus primeros años y luego de Tolima, el departamento de Colombia donde su infancia se pintó de la exuberancia y el color de la tierra y los sueños. El exilio posterior en México y la cárcel, donde fue internado durante 15 meses, detenido por la Interpol, dejaron en él las huellas del sufrimiento humano.
En el prólogo del libro “La mansión de Araucaíma” de Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez aprovecha a describir el estrecho lazo que los unía y la dimensión humana del escritor que falleció a los 90 años. Entre otras cosas destaca “esa soledad incurable” de Mutis y que “es la otra madre a la que debe su inmensa sabiduría, su descomunal capacidad de lectura, su curiosidad infinita, y la hermosura quimérica y la desolación interminable de su poesía”, de ahí tal vez la inmensa obra poética que anda entre el verso y la prosa.
Basta leer una sola página de cualquiera de ellos -de sus libros- para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido”, dice con esa voz de amigo y compañero el Gabo, para concluir que “Maqroll no es sólo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos”.
En todo caso, aquí seguirán siempre estos dos colombianos infinitos, dialogando sobre la vida y las olas que no se cansan nunca de romper contra la orilla. La obra de Mutis entre la que se encuentran Summa de Maqroll el Gaviero (1973), Crónica regia y alabanza del reino (1985), Un homenaje y siete nocturnos (1986), Diario de Lecumberri (1960), La nieve del Almirante (1986), Ilona llega con la lluvia (1988), La muerte del estratega (1990), Abdul Bashur, soñador de navíos (1991) y Tríptico de mar y tierra (1993), entre tantos otros libros, será siempre una puerta abierta para navegar por las noches serenas y llegar a buen puerto.



Exilio (fragmento)
Álvaro Mutis

A su rabia me uno, a su miseria
y olvido así quién soy, de dónde vengo,
hasta cuando una noche
comienza el golpeteo de la lluvia
y corre el agua por las calles en silencio
y un olor húmedo y cierto
me regresa a las grandes noches del Tolima
en donde un vasto desorden de aguas
grita hasta el alba su vocerío vegetal;
su destronado poder, entre las ramas del sombrío,
chorrea aún en la mañana
acallando el borboteo espeso de la miel
en los pulidos calderos de cobre.
Y es entonces cuando peso mi exilio
y miro la irrescatable soledad de lo perdido
por lo que de anticipada muerte me corresponde
en cada hora, en cada día de ausencia
que lleno con asuntos y con seres
cuya extranjera condición me empuja
hacia la cal definitiva
de un sueño que roerá sus propias vestiduras,
hechas de una corteza de materias
desterradas por los años y el olvido.

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