Y llegó el 2026


Gracias. Es el último día del año y no tengo más que agradecer. He llegado a la edad en que se tiene la certeza en que cada vez quedan menos celebraciones. No es un hecho catastrófico, es la constatación de que la vida ha transcurrido, de que la vida transcurre, de que el milagro de la existencia llega y se agota, de que somos finitos, pequeños y frágiles. Ni se me ocurriría desear la eternidad, debe ser aburridísimo, como ángeles asexuados tocando el arpa en una nube. Prefiero la brevedad de las flores, la cortedad de un abrazo que nos deja sin aliento, llegar a la última página de un libro que nos ha mantenido en vilo esperando que el próximo tenga la misma fuerza y provoque el mismo goce.

El final del año siempre trae consigo balances, sumas y restas, y casi siempre creemos que el saldo queda en rojo porque no nos ganamos la lotería, porque somos un poco más pobres, porque estamos un poco más solos y más viejos. Es cierto. Somos eso. Y también, con suerte, un poco más sabios, sensibles, amorosos, memoriosos. Quiero decir que hemos tenido la suerte de VIVIR un año más.

No importa cómo celebremos la llegada del 2026, si es que brindamos por un nuevo año del calendario. Ojalá nos animáramos a vivir cada día como si fuera el último, con la certeza de la finitud, la inocencia de los niños que creen en el Ratón Pérez y San Nicolás, y la paciencia de los pescadores.

Ojalá que el 2026 nos traiga la indignación por las guerras que ocurren en el mundo y por los niños a los que les han robado la niñez. Ojalá gastemos menos tiempos en redes y en postear la foto perfecta que trata de disimular la vida que no queremos vivir. Ojalá que le ganemos tiempo a los influencer y los gurúes de la felicidad fácil. Ojalá descreyéramos de políticos insensibles y coach que nos venden la receta de una plenitud frustrante. Ojalá que cuando esté por llegar el 2027 hayamos hecho del mundo, del nuestro, del que empieza en casa un lugar un poquito mejor. Ojalá hayamos amado más y mejor, ojalá hayamos publicado menos para conversar sin acordarnos de la foto perfecta, ojalá tengamos más canas y más arrugas porque eso quiere decir que estamos vivos. Ojalá podamos mirar el año transcurrido con la satisfacción de haber reído con ganas, de haber llorado porque hay días que la vida duele,  de haber sentido el tacto de las sábanas limpias y la piel ardida por un día de sol y una noche de amor descontrolado; de haber mirado un atardecer en el mar, de haber acariciado a alguien que amamos. Ojalá nos equivoquemos y reconozcamos el error. Ojalá nos invoque la curiosidad y el asombro, la ternura y la tristeza, la nostalgia y la paz del alma y del cuerpo. Ojalá que seamos más humanos, más frágiles, más tiernos, más valientes y más tercos. Ojalá podamos reconocer que no estamos solos, que no somos solos, que estamos forjados por la consistencia de las estrellas y la brevedad de una tarde de lluvia. Que nos demos cuenta que somos un fragmento diminuto de la vida humana, que nada de lo que ocurre en la Tierra nos es ajeno. Eso deseo y nos deseo.

Esta noche brindemos por los que están y por quienes se han ido dejando una estela en nuestras vidas. Brindemos por la vida vivida y por la que nos queda por vivir.

¡Buen 2026 para todos! 

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