Chávez, el que se animó a encender la madrugada
Imagen tomada de La Cámpora (www.lacampora.org) |
La
historia de los pueblos tiene sus hitos, como la piel guarda la
memoria de caricias y heridas viejas, y se estremece cada tanto al
recordar todo lo que de bueno o doloroso ha pasado por su geografía.
Así somos, memoria transida de voces y recuerdos, capaz de
levantarnos luminosos una mañana, cuando la vida nos convoca a
escribir el futuro.
A
lo mejor por eso se quedó para siempre el tacto de aquel 4 de
febrero de 1992 cuando asistimos a uno de esos puntos de inflexión
que nos cambió a todos. Después de ahí nada seguiría igual porque
en esa fecha se encendió una llamarada que ya nada podrá apagar.
Aquel
Chávez que irrumpió en las pantallas de la televisión se sembró
en la memoria sí, pero también se subió a los mástiles donde
ondean las esperanzas y con cada viento que pasa vuela más alto como
extendiendo las alas.
Una
rebelión de esperanza
La
del 4 de febrero, la rebelión que unió a civiles y militares, será
recordada y celebrada siempre por la mayoría del pueblo como una
acción cuyo objetivo era la libertad. Es cierto que no se consiguió
en ese momento, pero a veces perdiendo también se gana. El 4F sirvió
para despertar y sacudir conciencias, y ayudó a alejar los miedos
que había instalado la represión del 27 de febrero de 1989, que
dejó tres mil muertos en apenas tres días.
Dijo
por ahora -Chávez, imposible olvidarlo- y dejó la ventana abierta
para que el sol entrara a raudales y lo inundara todo con su luz,
quedándose aunque estuviera preso. Y eso hizo, ¿no? Quedarse para
siempre. ¿Quién hubiera dicho que aquel teniente coronel que se
animó a asumir el acto de rebelarse contra el poder estaría
sembrado tierra, sueño y esperanza adentro, tan Barrio Adentro como
las misiones que creó para el beneficio de tantos y de tantas? Será
precisamente por eso que Chávez, el comandante que hizo posible la
utopía, se nos ha ido repartiendo en el aire, en las palabras, en
los actos y en los gestos cotidianos para vivir siempre como esa
caricia amasada a fuego lento en nuestra historia.
“Desde
lo más hondo del corazón del pueblo digo con Aquiles Nazoa que
gracias al 4 de febrero cada compatriota puede con plena certeza
'tender una mañana la mirada sobre el paisaje y decir esta es mi
ciudad, esta es mi patria'”, escribió Chávez para su pueblo el 4
de febrero de 2013.
Tan
aquí y tan ahora su palabra que conmueve. Por eso, aquella imagen
del ardimiento amoroso que guió a Chávez y que tan bien escribió
el poeta Luis Alberto Crespo es el fuego que aún hoy todo lo
enciende, todo lo incendia, alumbrando a su paso el futuro que
haremos venir.
“Él
es, es el mismo, el de siempre. Se asemeja todavía al capitán
demócrata y sentimental que encendió con su palabra a un solitario
pueblo llanero donde su bisabuelo cumplió una hazaña de pasión y
machura, le digo yo ahora a mi memoria. De aquel 4 de febrero
proviene su ardimiento. Hoy, enciende a Venezuela y a los pueblos de
América y de más lejos”, eso dice Luis Alberto, el poeta que lo
conoció allá en el Llano.
Y
es que este Chávez del 4F es el muchacho bueno, el que se crece y
multiplica en la juventud de ahora. A Chávez lo encontramos todos
los días en los jóvenes que se juegan la vida para conquistar la
paz, que es lo mismo que hacer nacer la ternura y la solidaridad, que
fundar el futuro ahora, cuando la madrugada luminosa lleva su nombre.
Mensaje
del Comandante Chávez el 4 de febrero de 2013 (fragmento)
“El
Caracazo señaló un fin y un comienzo, fin de un sistema ahogado en
la desvergüenza, comienzo de una época de cambios que exigía
renacer en dignidad popular.
Quienes
irrumpimos contra las tinieblas de la injusticia y la indignidad que
abrumaban a Venezuela por aquel entonces estábamos como decía el
Che Guevara guiados por grandes sentimientos de amor, un amor
bolivariano, popular, rebelde, combatiente, un infinito frenesí
libertario que nos llevó, como quería el padre Libertador, a
echarnos al miedo a la espalda para salvar la patria.
Nuestro
poeta Gustavo Pereira nos dice con estremecedora simplicidad los
siguiente: “El amor es la única cosa importante en el mundo”,
han transcurrido 21 años desde aquel 4 de febrero, de angustia y
madrugada, de valentía y sacrificio, y la marcha sigue siendo dura,
pero con la fuerza irresistible del amor recordemos a Bolívar
estamos a paso de vencedoras y de vencedores hacia la independencia
definitiva, hacia la patria socialista y liberada”.
Hugo
Chávez Frías
La
Habana, Cuba, 04 de febrero de 2013
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