Con pájaros en el pecho
Imagen tomada de internet |
“La
muerte debe ser vencida / La miseria echada / que haya pájaros en
cada pecho” dice una y otra vez nuestro Gustavo Pereira, porque
aunque la poesía no pueda salvar al mundo, puede ser una llamarada
de conciencia.
¿Qué son los versos sino la
angustia, sino la esperanza y el fulgor de un ser humano que se animó
a decir nuestro tacto y nuestros sueños? Qué es la poesía sino la
constatación de que la utopía es posible ¿No andamos precisamente
en eso desde hace quince años, mostrando y demostrando que juntos y
juntas podemos hacer realidad la magia?
Llevamos más de una década haciendo
nacer la vida buena, con nuestros errores y nuestros tropiezos sí,
pero la vida que nos merecíamos desde antes y la que aun debemos
dejarles a los que están por venir.
No hay alambradas que puedan detener
la caricia, sino es con las manos que se vaya volandera con el
viento. ¿Quién ha visto que la paz se quede atascada en los
alambres? No podrán, no pueden pasar sus propios muros quienes
atentan contra la esperanza. Se quedan y se quedarán enredados en
sus propios odios, porque son pocos y aunque tienen fuerza, del otro
lado, del nuestro, sigue creciendo la alegría, floreciendo entre
sueños, al calor de las risas que los niños como bandadas de
pájaros sueltan durante los recreos en las escuelas que en estos
años albergan como nunca antes a nuestros hijos.
Ponen alambres como quien construye
muros. ¿Se querrán quedar solos con sus odios? ¿Querrán
encerrarse para siempre y vivir a la sombra de toda la luz que hoy
nos inunda? ¿Cómo no ven los sueños que hemos sabido conquistar?
¿Cómo no ven los niños con escuelas y computadoras, con la barriga
llena y con todo el futuro por delante? ¿Cómo no se dan cuenta de
sus padres y abuelos que hoy tienen su pensión así hayan sido
pescadores o planchadoras de manos sabias? ¿Cómo no sienten las
vidas que se salvan por los médicos que están barrio adentro? ¿Cómo
no se percatan del esfuerzo para que todos tengamos las mismas
oportunidades? ¿No van a las universidades que hoy se multiplican en
cada rincón del país? ¿No se dan cuenta que las casas crecen como
por arte de magia y más gente y más niños tienen un techo digno
dónde vivir? ¿Y todas las plazas ganadas al abandono? ¿Y el agua
que sale cuando antes todo era sequía en las manos de los pobres?
¿En serio no ven? No puede ser tan ciegos...
Pero contra las alambradas enarbolemos
nosotros la magia, la de sabernos muchos y alegres, la de la certeza
de que nos asiste la razón... Nos
acompañan en este vuelo que no se detiene por púas las voces de
antes, la de Guaicaipuro y Bolívar y Miranda y Manuela... también
la de los cerros que se sembraron allá un febrero de 1989 y que aún
nos dicen presentes. Con nosotros el abrazo del más nuestro de los
nuestros, ese Chávez gigante. Por eso no hay alambres ni muros ni
barricadas, porque la nuestra y la de ellos aunque no lo quieran ver,
es la batalla del amor por sobre las sombras, la de la ternura por
sobre el odio, la de la esperanza venciendo la indiferencia. No hay
alambres que puedan contra las alas extendidas que alzan vuelo en
nombre de la paz verdadera, la paz que memoriosa hace justicia y es
libre para alcanzar el porvenir. Este no es el tiempo del odio, este
es el tiempo del Pueblo y sus infinitas ganas de volar, porque los
pájaros como dice el poeta anidan dentro nuestro.
Comentarios