Francisco Arévalo: “a veces uno no tiene respuesta para los libros que escribe”

** El poeta y narrador guayanés afirma que su más reciente libro nació de un “estado de estupidez transitoria” que reafirma su condición profundamente humana



Daniela Saidman
“Nada es definitivo cuando se desgarra la tarde” dicen los primeros versos de Adiós en Madrid (Ediciones Mucuglifo, Mérida 2009), un poemario que es un viaje a los sentipensares de un poeta guayanés que desanda las tardes frente al caudal del Orinoco.

Un ejercicio de la memoria vuelta de papel, de texturas que asaltan el blanco y lo colman de imágenes, de sensaciones, de bienvenidas y de adioses sin tiempo. Tal vez, es un adiós que podría ser en cualquier parte, en cualquier geografía real o imaginaria, donde despedirse de un amor que orilló las cotidianidades es siempre una herida para el alma o las entrañas.

Francisco Arévalo (San Félix, 1959), autor de las novelas La esquizofrenia de las golondrinas (Premio Fundarte, 1999), Adiós Matanzas en invierno (1999) y Tropiezos en el campanario (2008), así como de los poemarios Brote (1989), Nadie me reina en estos parajes de hormigón (1993), Sur (1995), Alcoholes de otra iglesia (1996), Algo más que baladas agridulces (2001) y Agrio de Colmena (2001), entre otros, afirma que Adiós en Madrid nació de lo que el llama un “estado de estupidez transitoria” que reafirma su condición humana, sus emocionalidades y las raíces que lo sostienen.

“A veces uno no tiene respuesta para los libros que escribe, son espacios espontáneos, a veces nacen de conmociones, de estados de estupidez transitorios”. Y agrega que “a veces hacer el papel de estúpido es hermoso, porque eso te pone terreno y te demuestra que los poetas también pisan tierra, que los poetas también se enamoran”.


ADIÓS EN MADRID
¿Adiós en Madrid se diferencia a otros libros que no nacieron de esos estados de estupidez transitoria que describes?
Tengo un alto sentido de respeto por la poesía, no sé si lo que he escrito hasta ahora es poesía. Confieso que me preocupa mucho la manera de vivir, porque pienso que la poesía tiene que ver con una manera de vivir, tiene que ver con un estado de despojo, de desprendimiento. Siempre he pensado que los poetas son príncipes de lo que no tiene fondo, entonces veo que hay gente que trata de oficiar la poesía y están plagados de vanidad, de falta de sinceridad. Pienso que no hay una cosa más cercana a la poesía que la verdad, la verticalidad, el silencio que es el espejo de la poesía.


Hay un poema de Gustavo Pereira que termina diciendo, parafraseándolo, que este poema no salvará el mundo ni me devolverá tu amor, ¿tú crees que la poesía salva el mundo?
La poesía me ha salvado a mí, en lo personal. Y al salvarme a mí, salva el mundo que me rodea, la poesía ha significado esa tabla de salvación, ese sentirme cómodo en un mundo totalmente incómodo. Aunque sostengo que para generar literatura, tanto narrativa como poesía, hay que manejar la crisis. No hay poesía sin crisis, sin ella lo que hay es silencio que siempre termina desembocando en la crisis, porque siempre hay algo que decir, siempre, por eso es que la poesía no se agota.


LIBROS
En un tiempo signado por las nuevas tecnologías, por la inmediatez de la imagen, por el vértigo de las urbes que se arremolinan alrededor de lo instantáneo, tal vez un libro es un objeto muerto o que tiende a morir, silenciado por los televisores y las pequeñas pantallas de los celulares. ¿Crees que van a desaparecer los libros?
No, en lo absoluto, los libros nunca van a desaparecer. Los libros recrean tiempos, olores, sabores. En mí el libro opera como un ejercicio memorioso. Hay un combate por desaparecer todo lo espiritual del ser humano, pero a pesar de la deshumanización del hombre, de la pérdida de principios, de la honestidad, la poesía ha logrado sobrevivir. Como decía Eugenio Montejo la poesía es la última religión que nos queda, es la convocatoria a la magia de la palabra.


¿El escritor no se puede escindir de su contexto social? ¿Hay compromiso social en el escritor?
Yo creo que el compromiso tiene que ser con ser un ciudadano, con respetar la condición humana, con que trates de ser mejor persona, ese creo que debe ser el compromiso que debe tener un escritor. Que respetes y hagas respetar la condición del más humilde. Creo que hay mucho discurso y poca práctica.


Volviendo al libro como hecho cultural, creativo, ¿existen diferencias entre la gestión cultural, editorial de este gobierno con los gobiernos anteriores?
No puedo decir que es mentira que el gobierno ha hecho esfuerzos importantes en el campo editorial. El hecho de que uno compre una antología de poesía estadounidense en dos bolívares, que tiene setecientas páginas, es la misma antología que hacen en Estados Unidos y cuesta setenta dólares. Creo que es una de las pocas visibles, palpables, de este Gobierno en estos once años.


¿Qué falta en el ámbito editorial y de promoción de la lectura?
Lo que pasa es que el país está totalmente convulsionado y la cultura no es un hecho que pone en tres y dos la dinámica de una sociedad. En primer lugar la cultura se va generando con el desarrollo educativo de los pueblos, entonces hay otras prioridades. Todo esto que no está pasando nos va a llevar a un mejor país, a partir de la experiencia de errar y acertar. Un equipo de personas sensibles se han propuesto la publicación de miles de libros, es un esfuerzo importantísimo. Pero nos hace falta mucho como país lector, porque el proceso de lectura, es un trabajo muy arduo, en el que hay que vencer monstruos como la televisión y la tecnología.


RESPUESTAS
“Me acerco a ti / con la humildad de mis noches fracasadas” mientras sigue y su palabra se esconde y emerge, sacudiendo las humedades dolorosas de la incertidumbre. Arévalo ha volado miles de kilómetros para despedirse, para reencontrar sus viejas soledades de poeta y Quijote. “Habitante del sur / la hierbabuena la guayaba y el mastranto de la planicie / que han visto crecer a mis hijos / en la filosa oscuridad del conocimiento”. Su Adiós en Madrid bienviene la tierra que lo cobija, la que da frutos en sus vaivenes cotidianos donde “el futuro está en mi cuarto de baño / en el piso oloroso que lustra Lucía / Maternal Solidaria / Sabia / Como esa esquina que me ha visto desde el silencio crecer”, allí se reencuentra y nos encuentra sorprendidos ante su palabra que hace saltar todas las ausencias.


I


“Nada es definitivo
Cuando se desgarra la tarde
Se apagan los helechos
Tu tallo de chispa y anguila se crece
Permanecemos desvanecidos observando las telarañas
Humeante el aburrido punto de nuestro silencio
Nada es definitivo
Mientras este quebranto de luz se asoma
A un tiempo encantado de lechuzas y escarabajos
La maleza no pare la leña mucho menos los brazos del moriche
Sólo nos queda el retoño y su lamento de flauta para calentar la guarida
Nada es definitivo
El irritante trueno que espanta nuestra canción
La polvareda de las bestias que emigran y tu susurro ahogado en los riscos
Sueño de acantilado que liquida el fastidio
Asume el rango de los collares de arrecife que vienen en mis manos
Cuando nada es definitivo”


Francisco Arévalo, Adiós en Madrid






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