Una mariposa disecada sobre el escritorio
Tiene (¿tuvo?) las alas blancas, tornasoladas más bien… supongo que su presencia, como tantas otras de ellas, fue una fiesta en el jardín, su batir de alas debe haber sido como los versos del viento o la brisa cuando muere la tarde. Su cuerpo minúsculo y negro contrasta con el arcoiris nácar de sus extremidades por el que surcan filamentos que parecen hojas, caídas del otoño de algún recuerdo.
Ahora está quieta, disecada sobre el escritorio que vela los incumplidos y después de las rutinas de una oficina como cualquiera. Su muerte, quién sabe si provocada, la suspendió entre dos vidrios y un marco de madera. Viene de Aruba la tornasolada mariposa que yace sobre el viejo escritorio. Su venganza es verme escribir institucionales y huecos sinsentidos durante ocho horas, cinco días a la semana.
Ahora está quieta, disecada sobre el escritorio que vela los incumplidos y después de las rutinas de una oficina como cualquiera. Su muerte, quién sabe si provocada, la suspendió entre dos vidrios y un marco de madera. Viene de Aruba la tornasolada mariposa que yace sobre el viejo escritorio. Su venganza es verme escribir institucionales y huecos sinsentidos durante ocho horas, cinco días a la semana.
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