Andrés Eloy el poeta que supo pintar angelitos negros
** El pueblo venezolano sabe de la obra
del escritor cumanés porque anda siempre prendido a los caminos más
hondos de esta tierra de ternuras y solidaridades.
En estos días nos sorprendió la
muerte. Lo que pensábamos lejos nos tocó próximos y prójimos. Y
convocados todos a la ternura nos conmueven los cientos de niños
asesinados en Gaza. De ese dolor hondo vinieron los versos de Andrés
Eloy Blanco, porque “Cuando se tienen dos hijos / se tiene todo el
miedo del planeta, / todo el miedo a los hombres luminosos / que
quieren asesinar la luz y arriar las velas / y ensangrentar las
pelotas de goma / y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda”.
Es el mismo poeta venezolano que nos cantó el Coloquio bajo la
palma, animándonos a ser mejores, a “dar más sin decir lo que se
ha dado” porque “lo que hay que dar es un modo de no tener
demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo”.
Este poeta nuestro fue un escritor,
dramaturgo, humorista, abogado y político, que nació en Cumaná el
06 de agosto de 1896 y falleció en Ciudad de México, el 21 de mayo
de 1955.
El supo conjugar la vocación de
quijote con la de poeta, para ser un político capaz de sumarse a las
causas más justas y un escritor convencido de la magia y la palabra
que tiene sabor a pueblo. En él todo fue canto y entrega. Y tal vez
por esta razón, sea uno de los poetas venezolanos más queridos y
más recordados. ¿O es que hay alguien que no sepa recitar “píntame
angelitos negros”? ¿Y que no ponga alguna emisora AM, el 31 de
diciembre, un ratito antes de las doce, para esperar el año nuevo
con las Uvas del tiempo?
El poeta cumanés estudió derecho en
la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la agitada vida
estudiantil de aquellos años lo envolvieron pronto en el encendido
ejercicio de la libertad. Aunque ya desde antes, cuando apenas
contaba ochos años, partió con sus padres a Margarita por
desavenencias con el gobierno de Cipriano Castro.
Se incorporó al Círculo de Bellas
Artes en 1913 y apenas cinco años después recibió su primer
galardón por el poema “Canto a la Espiga y al Arado”, mientras
publicó El huerto de la epopeya, su primera obra dramática. Ese
mismo año (1918), siendo estudiante de derecho, fue encarcelado por
participar en manifestaciones contra el régimen de Juan Vicente
Gómez.
Luego de recibir el título de abogado,
Andrés Eloy Blanco comenzó a ejercer pero sin abandonar jamás su
vocación por la palabra. En 1923 obtuvo el primer premio en los
Juegos Florales de Santander, en España, por su poema “Canto a
España”. Durante su viaje a recibir el galardón decidió quedarse
durante un año en la península ibérica y tuvo la oportunidad de
relacionarse con los poetas españoles de esos tiempos. Nombrado
miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, en 1924, se
trasladó a La Habana donde sostuvo encuentros con intelectuales y
escritores cubanos, y venezolanos que se encontraban en el exilio.
El imparcial
Porque el ser humano siempre tiene
cosas que contar y sueños por cumplir, empezó a editar en la
clandestinidad, en 1928, el periódico disidente “El Imparcial”,
que pronto se convirtió en el órgano de difusión de la Unión
Social Constructiva Americana y el Frente de Acción Revolucionaria.
Tras el golpe de Estado del 7 de abril
fue confinado en Puerto Cabello hasta 1932, cuando lo liberaron por
motivos de salud. Encerrado escribió Barco de Piedra, dicen que son
sus poemas más tristes. Cuando finalmente le devolvieron la
libertad, se la dieron a medias, tenía prohibido realizar cualquier
tipo de manifestación pública, por lo que se volcó nuevamente a
las letras, publicando Poda en 1934, libro donde se encuentran Las
uvas del tiempo y La renuncia, poemas entrañables del pueblo
venezolano.
Fue nombrado jefe del Servicio de
Gabinete en el Ministerio de Obras Públicas por Eleazar López
Contreras. Aunque su posición siempre crítica y libertaria lo
alejaron del gobierno después de la represión de las
manifestaciones del 14 de febrero de 1936 y su militancia en la
Organización Revolucionaria Venezolana.
Como diputado del Partido Democrático
Nacional llegó al Congreso, pero jamás abandonó los versos. Y
comenzando 1940 integró su partido en la recién fundada Acción
Democrática, desde donde trabajó para la candidatura de Rómulo
Gallegos.
Fue electo presidente de la Asamblea
Nacional Constituyente en 1946. Y dos años después fue nombrado
Ministro de Relaciones Exteriores por el presidente Gallegos. Tras su
derrocamiento por Carlos Delgado Chalbaud, se exilió en México,
donde dedicó el resto de su vida la poesía.
Andrés Eloy es una de las voces
imprescindibles de la poesía venezolana, porque en él habitaron la
belleza y la justicia. Supo darse entero a la construcción de un
país que hoy sigue germinando en sus versos. Jamás se alejó de sus
convicciones, por eso tal vez, su obra sigue sonando en los radios
cada diciembre y en las calles las madres venezolanas se alegran
cuando ven pintados angelitos negros que le dan la bienvenida al
futuro.
Píntame angelitos negros (fragmento)
Por Andrés Eloy Blanco
“No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mangos
por las barriadas del cielo”.
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