Silbar, salvar

Con un silbido era capaz de recomponernos, encontrarnos, darnos las señales que nos devolvieran al lugar justo donde estaba él.  Su boca era de pronto un pájaro que nos llamaba y así dejábamos de estar perdidos.

El silbido de mi padre nos convocaba cuando todos eran rostros extraños.  Estoy lejos para escucharlo y lo escucho. Entonces, por más que me prometí no tomar partido en las guerras que no llevan mi nombre, imagino sus labios cantándome en clave de gorrión y me doy cuenta que esta otra batalla corre corriente arriba y me estalla.

Entonces y solo entonces, advierto que este sol de invierno, que esta nostalgia Caribe, que este pulso de eucaliptos, me clava a la tierra y las raíces silban en medio del desierto que soy.

Esta guerra también es mía porque pese a todo creo, porque respiro y vibro en los ángulos del cielo. Porque vengo de las heridas y el fuego y atiendo al llamado de las aves, que como en la memoria silban como viejas conocidas, que en su batir de alas conquistan la libertad a lomo del viento y el vértigo. 

Comentarios

Entradas populares