2019 de mandarina
Vivimos en un país mandarina. Somos los sobrevivientes de
las primas hermanas de las naranjas. Vamos perdiendo gajos en cada mordida del adiós y quedamos como las
semillas solitarias sobre el mantel de la mesa. Nos van faltando afectos y
esperanzas, sumamos despedidas a la velocidad de un atardecer frente al mar.
La patria, la noción de ella, no vive en las banderas ni en
la tierra, la patria es la del recuerdo del abrazo, la de la risa que nos
junta, la del futuro que soñamos. Somos las hebras de una mandarina que
adivinamos por la piel que descansa a los pies del plato. Somos los
portaestandartes de quienes creímos en transitar hacia el porvenir y llegamos sin
preámbulo a la orilla de esta nostalgia.
País de mandarina, tiempo de azahares que fuimos alguna vez en
la espesura de los árboles fecundos.
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