En el Llano el futuro se llama Florentino



Imagen tomada de internet.
** Lucha y resistencia cultural, esta tierra de sonoridades y texturas, sigue respirando la autenticidad de su gente que ha sabido guardar la memoria de su origen.

Región donde la realidad es parte del mito, los llanos venezolanos se fundan donde se pronuncian los ecos y las voces de la tierra y la magia. Allí todo es posible, será porque la mirada se une con la línea del horizonte y entonces el sol parece suspendido en los picos de dos gabanes.
En esta tierra de ganado, de caballos de crines de arcoiris, de grandes serpientes de agua, de ríos temperamentales y lagunas como espejos, donde el hombre es tan duro como la caricia dedicada al ordeño, y la voz se eleva tenue en una tonada que le da la bienvenida a la mañana, la vida se mezcla en los olores del campo y los aromas del viento y baila en las faldas floridas de una mujer que se abraza y se mueve livianita al ritmo de un joropo con golpe de arpa y de maracas.
Los grandes personajes del imaginario popular de los llanos se crecieron para transitar junto a los pasos de toda Venezuela. Allí el Silbón y el Jinete sin cabeza andan asustando a los niños de aquí y de allá, y el Hachador perdido y la Sayona a lo mejor terminan por encontrarse un día. Pero tal vez, el más temible sea el diablo que anda comprando almas, pero que en el Llano pierde siempre cuando se encuentra a un Florentino cantando el futuro.

Del mito al hombre
Lucha y resistencia cultural, esta tierra de sonoridades y texturas, sigue respirando la autenticidad de su gente que ha sabido guardar la memoria de su origen. Tal vez por eso, esta región tiene tanto de misterio, tanto de invitación y de penumbra. Y si no, mire a Florentino que supo ganarle al Diablo apelando a esa fórmula llanera del contrapunteo.
El autor de este texto, Alberto Arvelo Torrealba, es uno de los grandes poetas del Llano y de toda Venezuela, y nació precisamente en el estado Barinas, el 4 de septiembre de 1905 y falleció el 28 de marzo de 1971 en Caracas.
El poema Florentino y el Diablo fue publicado en una primera versión en 1940, en el estado Barinas, y vale anotar, que es el punto de partida de la Cantata Criolla, obra sinfónica de Antonio Estévez. Luego, en 1957, fue editado en su versión final por Editorial Rex.
Arvelo Torrealba compuso además innumerables partituras que recogen las tradiciones de la región de los llanos, siempre haciendo uso de las formas métricas de la cultura popular, como el octosílabo, la copla y la décima o el corrido. Entre sus libros se encuentran: Música de cuatro (1928), Cantas (1932), Glosas al cancionero (es en este volumen donde se publica por primera vez Florentino y el Diablo, 1940), Caminos que andan (1952), Lazo Martí: vigencia en lejanía (1965), y en 1967 se publica Obra poética, una antología con sus textos.

Del poeta
Arvelo Torrealba creció en el seno de una familia de poetas, su madre Atilia Torrealba de Arvelo, y sus tíos, Alfredo Arvelo Larriva y Enriqueta Arvelo, a lo mejor de allí su proximidad con la palabra que sabe contar mirando. Estudió la escuela primaria en su ciudad natal y la secundaria en Caracas, donde se graduó en 1927. Realizó estudios de derecho en la Universidad Central de Venezuela, donde además obtuvo el grado de doctor en Ciencias Políticas en 1935.
Después de ejercer la docencia en algunos liceos de Caracas y Barquisimeto, desempeñó altos cargos públicos. Su paso y su mirada de hombre sabio lo recibieron como Presidente del Consejo Técnico de Educación en 1940, gobernador del Estado Barinas entre 1941 y 1944, Consejero de la Embajada de Francia, Embajador Extraordinario de Venezuela en Bolivia (1952), Embajador en Italia, y Ministro de Agricultura y Cría (1953).
Desde 1955 se dedicó al ejercicio de su profesión de abogado y en 1968 fue elegido Individuo de Número de la Academia de la Lengua.
Por su obra y su vida dedicada a guardar la memoria y por haber sabido cantar su tierra, fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1964.

Florentino y el Diablo
La leyenda sobre el duelo entre Florentino y el Diablo ya había sido narrada por Rómulo Gallegos en su novela Cantaclaro, pero después de Alberto Arvelo Torrealba y su copla llanera, la historia de este hombre que encarna a la vida, la inteligencia y la astucia de los hombres de esta región y en especial de Santa Inés donde se realiza el duelo entre ambos personajes, quedó para siempre en la memoria de todos los venezolanos.
Este que es uno de sus textos más conocidos y cantados fue además adaptado al cine, el teatro y la televisión, y es que el poeta barinés supo darle vida a un personaje que se parece tanto a la historia del pueblo que pertenece ya al imaginario colectivo.




Florentino y el Diablo (fragmento)
Alberto Arvelo Torrealba

EL DIABLO
Al Diablo pasar trabajo.
No miente al que no conoce
ni finja ese desparpajo,
mire que por esta tierra
no es primera vez que viajo,
y aquí saben los señores
que cuando la punta encajo
al mismo limón chiquito
me lo chupo gajo a gajo.

FLORENTINO
Me lo chupo gajo a gajo.
Usté que se alza el copete
y yo que se lo rebajo.
No se asusten compañeros,
déjenlo que yo lo atajo,
déjenlo que pare suertes,
yo sabré si le barajo;
déjenlo que suelte el bongo
pá'que le coja agua abajo;
antes que Dios amanezca
se lo lleva quien lo trajo;
alante el caballo fino,
atrás el burro marrajo.
¡Quién ha visto dorodoro
cantando con arrendajo!
Si me cambió el consonante
yo se lo puedo cambiar.

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