De la epístola al correo electrónico
Imagen de una escena de Amelie
(Le fabuleux destin d'Amélie Poulain)
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** Desde las primeras palabras que
viajaban encerradas en sobres con matasellos y remitente, hasta hoy
que lo que nos separa del otro es un clic, las cartas han sido
siempre una forma de comunicación y un recurso literario. **
Nadie sabe qué pasará en el futuro.
Pero resulta tentador imaginar algunas de las posibilidades. En
cuanto a las palabras el trecho andado hasta hoy resulta vertiginoso.
No podríamos haber dicho más de tantos distintos modos.
Ahora todo parece navegar en los mares
2.0, incluso el amor, la religión o la política. Nadie se atreverá
a negar, aunque podría habernos parecido improbable hace apenas
veinte años, que puede resultar de los más seductor un brevísimo
tuit de 140 caracteres o un mensaje sin acentos que vibra en el
teléfono celular a media mañana. Ni qué decir de las prédicas
cristianas o los anuncios de gobierno en la famosa red social, que
mueven opinión pública con menos palabras que un telegrama.
Seguramente será de lo más
interesante pensar en cómo evolucionará el género epistolar en
estos tiempos de redes sociales y correos electrónicos, en los que
ya casi nadie se dedica a la filatelia. Esta es la época de la
brevedad y tal vez también el de la levedad y lo público. Todo está
ahí para quien quiera verlo.
Correos electrónicos
En este mar de modernidades casi nadie
usa el correo convencional. Las cartas parecen haber quedado en el
pasado. No es para menos. Los correos electrónicos llegan mucho más
rápido, el otro está apenas a un clic de distancia. Lo que tal vez
se perdió para siempre es el tacto del papel, el olor de quien
envía, esconder las cartas de las miradas furtivas y el ejercicio de
anudarlas con cintas. Estrujar ese pedacito del otro contra el pecho,
como si abrazando el sobre y su contenido, abrazáramos al remitente.
De eso queda apenas la nostalgia.
Cuán distinto hubiera sido todo si la
supuesta transcripción del primer Diario de a bordo de Colón, que
hizo o escribió completo según la discusión de literatos y
críticos, Bartolomé de las Casas, donde la visión de América todo
lo llena y conmueve, hubiera estado relatada por tuits. O si la
inmediatez de hoy le hubiera permitido llevar un blog. Las nuevas
tecnologías de la comunicación han cambiado el presente y no sólo
para la información, que ya es bastante, sino también para la
literatura.
La epístola como género
"Lo mejor del género epistolar no fue concebido como literatura".
Se supone que fue a partir de Isócrates
(el logógrafo) y Platón cuando la correspondencia comenzó a
delinearse como género literario, debido a que sus autores tomaron
esta forma para que fuera pública, ya bien porque era un encargo o
porque servía para la exposición de ideas. Podríamos decir
entonces que una carta empieza a ser literatura cuando el autor
decide escribirla como tal, a sabiendas que el destinatario no será
una persona concreta, sino el lector. Y el valor literario se lo dará
claro está el contenido tratado de forma estética.
Otra consideración, que parece amena
en el tema epistolar, es que desde la época de los griegos la carta
era consideraba como sustituto de la presencia, dejando de manifiesto
el nexo vital entre la correspondencia escrita y la comunicación
oral. Se escribía esperando respuesta, precisamente ese es el
carácter bidireccional de toda comunicación humana.
Sin embargo, y aunque es una opinión
bastante subjetiva, lo mejor del género epistolar no fue concebido
como literatura. Las mejores cartas que hemos leído probablemente
nos llegaron decenios o centurias después de que sus autores dejaron
de existir. Las cartas de amor entre Manuela y Simón que el Gobierno
Bolivariano de Venezuela editó para el disfrute del Pueblo son
ejemplo de ello. Distinto es el caso de las cartas políticas que el
Libertador dirigía a generales de la Independencia o a
representantes políticos de otros gobiernos. En todo caso, en ambas
experiencias, es precisamente gracias a su correspondencia que
podemos tener una visión más humana, profunda e integral de un
genio como Bolívar. Sin sus cartas sabríamos mucho menos de un
hombre que se animó a contravenir todas las reglas para entregarnos
este sueño que hoy seguimos andando, la libertad.
Del amor y otras cartas
"Es como si después de haberlos creído invencibles por sus obras, podemos asomarnos a su cotidianidad".
Si de amor se trata Hemingway,
Flaubert, Wilde, Balzac, Víctor Hugo, Joyce y Goethe fueron algunos
escritores, entre tantísimos, que dejaron para la posteridad
hermosas cartas de amor, que bajan al teatro de las humanas pasiones
a estos grandes de la palabra.
La lectura que hoy podemos hacer de la
correspondencia que mantuvieron escritores y personajes de nuestra
historia les da una dimensión política e histórica a la que sería
muy difícil de llegar de otro modo, porque en sus cartas abordaron
también sus preocupaciones y reflexionaron sobre todo lo que era de
interés en aquellos años. Casi todos los protagonistas de los
procesos independentistas nuestroamericanos dejaron una copiosa
correspondencia que revela su talla de seres humanos, en los que
convergen la luz y las sombras. Mitre, Bello, Sarmiento, Martí y
Mariátegui son algunos de los personajes que han dejado su palabra
como testimonio del tiempo que les tocó vivir.
Entre otras joyas de la literatura y la
historia se han publicado por ejemplo un libro de cartas de Julio
Cortázar y la correspondencia de Ernesto Che Guevara siempre ha sido
fuente insaciable de conocimiento y ejemplo. También hemos tenido
noticias epistolares de escritores como Carpentier, Bolaño y
Mistral, entre otros, allí se muestran profundamente humanos. Es
como si después de haberlos creído invencibles por sus obras,
podemos asomarnos a su cotidianidad.
De la carta al género
Cartas desde la tierra de Mark Twain es
un libro narrado bajo la forma de correspondencia al que siempre es
una delicia volver. Porque no hay duda de que la literatura epistolar
guarda un sabor a intimidad entre dos, en el que uno, el lector, es
el espectador sentado en primera fila. Cartas cruzadas del colombiano
Darío Jaramillo Agudelo es una muestra apasionada, profunda y
concluyente sobre el tema del narcotráfico en Medellín.
Ni hablar por ejemplo de la
desgarradora historia de la chilena Isabel Allende escribiéndole su
historia familiar a su hija Paula, que también es la historia de
Chile. Cartas, cartas donde queda al descubierto el yo más hondo y
más auténtico de sus autores.
El cartero de Neruda de Antonio
Skármeta y La amigdalitis de Tarzán de Alfredo Bryce Echenique, son
otras dos novelas que usan la correspondencia como recurso para
construir una historia en la que los lectores son la tercera voz que
constata la relación de sus protagonistas. Abundan los ejemplos,
aquí sólo nombramos unos pocos...
Está por verse cómo sobrevivirán las
cartas a las nuevas tecnologías y cómo las novelas se las verán
para incorporar lo instantáneo de la comunicación virtual a las
historias donde el contacto con el otro es la primera piel de toda
narración. El tiempo que habrá de transcurrir dirá si los
escritores se seguirán desnudando en cartas y diarios. Muchos ya son
asiduos de la redes sociales y no sólo los más jóvenes. Otros,
como lo hizo Saramago antes de irse, llevan bitácoras virtuales
(blog) donde comparten ideas, textos breves, artículos y poemas. Con
darse una vuelta por la web podrá comprobarlo. Los lectores ahora
sabemos más de nuestros escritores, ellos están ahí interactuando
con nosotros. A lo mejor asistimos a un tiempo inaugural, uno de
fundación de un nuevo género literario, ya no epistolar propiamente
dicho sino virtual, más próximo y prójimo, nos separa un parpadeo
en la pantalla y un clic.
"A lo mejor asistimos a un tiempo inaugural, uno de fundación de un nuevo género literario, ya no epistolar propiamente dicho sino virtual, más próximo y prójimo, nos separa un parpadeo en la pantalla y un clic".
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