Una crónica, un cuento y el ministro Fidel
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El titular del Ministerio del Poder Popular para la Cultura visitó
Guayana en el marco del Gobierno de Eficiencia en la Calle. En San
Félix, Municipio Caroní, constató el avance y fortalezas del
Sistema Nacional de Culturas Populares.
Sistema
Nacional de Culturas Populares
Cuando
llegó lo esperaban con tambores y charrascas niños y niñas que no
pasaban los once años de edad, pero que tenían en los ojitos todo
el brillo que se guarda entre esperanzas y sueños. Pieles morenas
las de esta tierra cruzada por dos ríos inmensos. El Roble estaba de
fiesta, engalanada de música y diablos coloridos típicos de El
Callao. Como una nube multicolor, de mariposas y otros vuelos, los
niños regaban con música las calles.
Algunas
paredes rescatadas del abandono y de la propaganda electoral que se
suma una sobre la otra, mostraban paisajes de esta Venezuela tan
llenita de futuro. Y es que además de músicos nuestros niños
también agarraron los pinceles y abrieron en las paredes, ventanas
inmensas donde si uno pasa desprevenido se puede asomar a un
atardecer en el mar, a una mañanita recién nacida de Los Llanos o
al frío de Los Andes, todo el país cabe en los muros que ahora
hacen de esa comunidad un museo a cielo abierto.
Pero
el asombró no terminó allí. Sino que al frente de casa de Delia,
mujer chiquita que anda siempre dando brincos y organizando cuanto
evento cultural pueda, dos toldos esperaban con muestras de dulce de
lechoza casero, máscaras de diablos danzantes, café coladito y unos
niños que también están aprendiendo a componer décimas. Porque
Guayana que sabe de calipso, también es experta en galerones y otros
bailes.
Fidel,
el ministro, no dejaba de sonreír. Claro, no era para menos. Si los
niños revoloteaban queriendo cantarle y tomarle fotos. Hasta agarró
un cuatro y se puso a tocar. No había más cámaras que las de los
teléfonos móviles de todos nosotros que queríamos congelar el
momento para que no se nos olvide la voz de Benjamín Jin Jin y su
aprendiz el Cristofué. A José Lugo le debemos la alegría de los
tambores, y a Oscar Presilla, Darvis Paraguacuto, Héctor Filgueira y
Miguel Salas los murales que adornan esa comunidad de San Félix,
donde además el Padre Matías Camuña siembra solidaridades. El
Sistema Nacional de Culturas Populares está barrio adentro, corazón
adentro, haciendo nacer el futuro.
Luis,
constructor de instrumentos
Como buen músico, el ministro
Barbarito, quiso visitar a un constructor de instrumentos. Y allá
nos fuimos sin aviso a casa de Luis Pérez, en Chirica Vieja. Apenas
llegamos nos recibió un patio inmenso, perfecto para correrías,
para una hamaca a la sombra y una buena lectura. Árboles frondosos,
además de matas de lechoza, un níspero cargadito y un fragante
limonero. Dos perros se echaron a la sombra mientras nos veían de
lejos pero sin asombro, conmovernos al tantear la madera que de tan
noble se convierte en la manos de Luis, en guitarras, cuatros y
bandolas. Ahora, al pasar estos días, sigo pensando en la magia de
las cuerdas, en la Viajera del Río y Manuel Yánez, en Antonio
Lauro... y constato que esta Guayana inmensa es un caleidoscopio
colorido.
Luis nos permitió darle dimensión a
su oficio, que no es otro que el de hechicero, porque hay que saber
encantar los materiales para que con ellos puedan hablarnos todas las
pasiones humanas. ¿Acaso la música no sabe de nosotros en todas las
formas?
Luis y Fidel soñaron juntos. Y
nosotros los veíamos soñar tomando un café que diligente el hijo y
ayudante del constructor de sonidos nos alcanzó a cada uno. Una
proveeduría de materiales para la construcción de instrumentos, un
taller para que los pequeños que se inician en la música sepan de
dónde vienen esos frágiles compañeros y una canción entre todas
las voces. Y todo esto ya empezó a ser presente nuestro.
Del
Orinoco a Caracas
La Sala de Arte Sidor fue el último
punto del recorrido que Ciudad Guayana le tenía preparado a Fidel
Barbarito. Es una sala de exposiciones con una larga historia. Por
esas paredes han pasado artistas como Oswaldo Vigas, han dado
recitales poetas como Juan Calzadilla, y además se han presentado
corales, pequeñas obras de teatro, conciertos y un sinfín de
actividades. Pero sobre todo es un punto de encuentro para los
cultores de esta ciudad y la gente que la habita. El profesor José
Lanz, artista plástico que llegó hace años a Guayana, a trabajar
en los hornos de Sidor, la primera siderúrgica del país es quien
con tesón y amor infinito por la creación humana, se encarga ahora
de que la Sala siempre tenga algo que ofrecer. Está en un punto
especial de la ciudad y quienes vivimos aquí queremos verla siempre
luminosa, siempre de puertas abiertas para recibirnos.
Fidel pudo ver, antes de la
inauguración, una muestra plástica de Ramón Moreles Rossi. Un
artista de Ciudad Bolívar con un trabajo que habla de nosotros, del
río Padre, de ese Orinoco que vio a Bolívar pronunciar la que tal
vez sea su pieza oratoria más importante, el Discurso ante el
Congreso del Angostura.
De Fidel nos quedamos con su humildad,
con su promesa de seguir trabajando para garantizar el acceso del
pueblo a la cultura, a los bienes culturales. Con él compartimos la
preocupación por hacer de ella un eje transversal de acción del
Gobierno Bolivariano, para ser cada vez más pueblo comprometido con
el porvenir. Con él queremos seguir contribuyendo a difundir los
logros hermosos que hemos conquistado en esta década de Revolución,
estos primeros catorce años en los que conseguimos juntos ser un
territorio libre de analfabetismo, un país cada vez más lector y
sobre todo un pueblo que ahora es visible, que por fin tiene voz. Lo
que el presidente Chávez empezó tiene continuidad en Nicolás
Maduro, vemos su entusiasmo por el teatro y la música, por crear una
televisión más crítica y liberadora del pensamiento. Y Fidel, como
antes Pedro Calzadilla, son hacedores de la magia que nace siempre de
las manifestaciones con que los seres humanos cuentan la vida, y es
que hay tanta vida que contar.
(Fotos de Felipe Siva Bayola /
Gabinete de Cultura Estado Bolívar)
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