Elegimos nacer al futuro de la mano de la revolución Bolivariana
Elegimos nacer al futuro. Encontrarnos de ojos abiertos
ante la alegría de lo nuevo que brota día a día de la palabra honda, inmensa,
de Gustavo Pereira cuando nos regaló lo que desde antes nos pertenecía, su
poesía enarbolando la Constitución que nos dimos como dignos hijos de Bolívar,
del mañana luminoso que viene también de las manos que han sabido sembrarnos de
versos como los del Chino Valera Mora. Con él, amanecimos de bala, para fundar
la Patria de la esperanza y con Alí nos fuimos cantando voz adentro, campo
adentro, ciudad arriba, para reconocernos vivos a pesar de tanta muerte que nos
dieron a fuego y hambre.
Con las voces de Amaranta y Solimar nacimos nuevos en los
tiempos de la cosecha, asegurando la profecía del compañero presidente Salvador
Allende. Nos animamos por fin a transitar las anchas alamedas para contarnos
los sueños, para hacerlos realidad y dejarles a nuestros hijos e hijas un país que
nos reconoce en todos los colores y cadencias de nuestros idiomas originarios,
de nuestras tierras más sabias, de nuestra memoria más ardiente.
Elegimos edificar el futuro, levantarlo bloque a bloque,
frisarlo de alegrías, revestirlo de cuerdas y tambores, para bailarlo y
sentirlo como a un cuerpo amado. Elegimos, sí, darnos enteros al mañana que
germina en cada risa niña con escuela y en cada estrella que nombra nuestra
historia.
Y ese futuro está como no, en los versos de Luis Camilo y
en la voz clara de Mimina… está también, en las tablas que tienen el tacto de
Rengifo y en los trazos de Calzadilla y Reverón. Son tantas y tantas las
miradas que nos hacen quienes somos, son tantas y tantas las caricias que nos
animan a seguir, que estamos seguros que el futuro es presente, que se anuncia
con su canto más nuevo, con su beso más tierno.
Cómo no estar si están a nuestro lado Luis Alberto y Luis
Britto, Carmen Bohórquez y Yolanda Delgado, Roberto Hernández y Roberto
Malaver, entre tantos nombres infinitos que nos dicen y nos cuentan, nos
nombran y nos regalan lo más alto y lo más hondo de los haceres humanos. Ellos,
con su arte, nos han demostrado que la poesía no se compra ni se vende, porque
no se puede mercantilizar el amor ni los pensares, ni los sueños, ni la vida…
ellos nos alumbran el camino y desde antes tantos otros nombres
imprescindibles. Sabemos cuál es el futuro que nos llama, cuál es el mañana
necesario y no es otro que seguir haciendo nacer la Patria de la mano de la
Revolución Bolivariana.
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