Artistas y creadores venezolanos dicen Patria para que florezca de bondad y belleza permanente
Manifiesto de apoyo a la Misión 7 de
octubre
Hay cientos de razones para estar de
este lado de la orilla del mundo, en esta esquina iluminada, en esta lucha. Hay
razones históricas, económicas, políticas y sobre todo, razones afectivas por
las cuales todos nosotros, artistas, creadores e intelectuales alzamos esta
bandera y nos abrazamos a ella.
Quiere decir que estamos aquí con la
convicción de que debemos estar siempre al lado del pueblo, cabe significar, de
nosotros mismos. Al fin de cuentas llevamos en las alforjas los mismos dolores,
las mismas heridas, las mismas hambres, las mismas esperanzas y sobre todo los
mismos sueños, porque venimos de los mismos campos y ciudades, montañas y
mares, silencios y gritos, llantos y risas.
No se puede escribir, hacer poesía ni
concebir arte alguno sin sentir en la voz las voces que vienen de lejos y de
adentro, si no tenemos las mismas manos y los mismos ojos de los que fueron, de
los que son, de los que somos y de los que queremos que sean. No se puede
porque no existe el arte librado de la tierra y de la humanidad.
Es cierto también que no es posible el
arte sin las sombras de sol tras las nubes y sin la memoria que nos aviva las
palabras de colores, sabores y tactos de toda la historia de la que formamos parte,
pues si durante centurias fuimos considerados los invisibles, los vencidos de
siempre, los silenciados de la historia oficial, ahora somos historia viva que
se reencuentra, que se reescribe, que vuelve del pasado para ser presente,
irrevocablemente hoy.
No hay burbujas de cristal dónde
esconderse: a fin de cuentas no queremos escondernos. Al contrario, queremos
florecer y estallar en concierto de utopías realizables para enarbolar todas
las manos juntas, todas las voluntades y los sueños. Porque el arte y todo
quehacer humano serán siempre una trinchera de lucha, un arma para decir y
decirnos, para contar y contarnos, para soñar y soñarnos. La palabra puede ser
tierna, puede ser dulce, puede ser grito, pero nunca será inocente. En ella,
con ella, construimos el mundo, miramos el mundo, sentimos nuestros pasos sobre
la tierra.
En este tiempo que todo lo cambia, en
el que el norte es el sur y el sur nuestra conciencia, no podemos menos que
sumarnos desde las palabras, desde el arte, a los días que vienen sin pausa.
Estamos aquí para decirle presente al presente, para abrazar con la fuerza de
todas las voces, de todos los brazos, de todas las ganas, el sueño que hemos
sabido hacer nacer, el que ha parido el pueblo de Bolívar, de Miranda, de José
Leonardo, de Guaicaipuro, Rengifo, Reverón, Nazoa, el de tantas mujeres y
hombres que se sembraron a sangre, corazón y conciencia para alumbrarnos el
futuro. Y el futuro es hoy, es este tiempo y esta tierra, es este pueblo que
edifica el porvenir en la sabia mirada del pasado, en la simiente de la siembra
que florece.
Somos más de veinte millones de ojos
conquistando el futuro, más de diez millones de voces y conciencias sumándose
irrevocablemente al porvenir.
Este es el tiempo del Pueblo en
mayúsculas, somos el pueblo cantor, poeta, artista, creador... y los pueblos ni
mueren ni se acallan, son grito primigenio, son canto, tacto, verso, caricia,
anhelo prendido en todas las voces nuestras, en todos nosotros que empujamos
hacia adelante, que alumbramos el camino del mañana de la mano de los que
fueron antes y del que hoy es y será para siempre nuestro Comandante.
Los
escritores, artistas e intelectuales que suscriben, reunidos en el Teatro
Teresa Carreño de Caracas hoy domingo veintisiete de mayo del año dos mil doce,
nos hemos hermanado en el propósito de contribuir con nuestra palabra y nuestro
esfuerzo en la refundación de la República, tal como se establece en el
Preámbulo de su Constitución aprobada en referéndum por el pueblo venezolano, unidos
en la lucha por construir el nuevo orden social de justicia y de derecho que la
revolución bolivariana ha iniciado y sostiene bajo la conducción del presidente
Hugo Chávez.
Texto redactado por los poetas Daniela Saidman y Gustavo Pereira. Fue leído por el poeta Pereira en el Teatro Teresa Carreño, el 27 de mayo de 2012.
Comentarios