José Martí: Nuestra América

“Le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real” afirma el prócer cubano José Martí (La Habana, 1853 – 1895), en un texto que a pesar de haber sido escrito en 1891, está más vivo que nunca. Se trata, de Nuestra América, reeditado por la Biblioteca Ayacucho, en 1985. La América en Mayúsculas, se dibuja en la voz de Martí como bandera henchida de sueños y esperanzas, sobre todo como una utopía necesariamente realizable.

Voz comprometida de la gesta de Independencia de Cuba y de la América toda, José Martí, esboza el perfil de esta tierra en la que los cantos originarios se entrelazan con la sangre de las heroínas y héroes sembrada en las luchas libertarias de los países de Latinoamérica y el Caribe.

“Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.

Con un lenguaje claro y premonitorio, Martí, insiste en Nuestra América, en la necesidad de la unidad de los pueblos latinoamericanos para alcanzar la libertad y la justicia. Solidaridad que debe sostenerse sobre la base del conocimiento de las diversas culturas que convergen en la geografía amenazada por las conquistas políticas, económicas, sociales… que provienen de Europa y de Estados Unidos.

“Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. (…) Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

Martí enfatizó en Nuestra América que para los gobernantes era menester el conocimiento de las raíces culturales propias, y sobre todo que fueran capaces de crear un nuevo orden social, que interpretara las necesidades populares, para no continuar ensayando modelos teóricos traídos de otros continentes, que poco o nada tenían que ver con el sabor, el ritmo y los sueños de los países recién nacidos a la Independencia.

“El buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto. (…) El gobierno ha de nacer del país”.

Edificar libertades, crear puentes para el encuentro, construir realidades y sueños… tarea en la que el poeta, autor de los Versos Sencillos, arma el rompecabezas de una tierra profundamente contradictoria y rebelde.

Esta América nacida hace poco a las libertades y que aún se debate y se rebela contra la opresión y la injusticia, ayer como hoy, sigue estando amenazada. Así, las palabras de Martí surgen con la fuerza de un canto desgarrado que nos nombra como pueblo, como torrencial río de sangre y de manos que deben sembrar para siempre la libertad.

“De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos”.

Y allí, vuelve ésta, Nuestra América, a ser portavoz de la esperanza. Hoy, las palabras de Martí son eco de los días que habrán de venir. Cuando los hombres y las mujeres de la tierra, vuelvan a ser los luminosos hijos del sol, del maíz y del barro originario, libre y profundamente humano.

“El deber urgente de Nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños”

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