Literatura por la memoria del sur

** El 24 de marzo de 1976 un golpe militar dejó abiertas las heridas de un pueblo. Para que le memoria de los pueblos siempre sea una llama encendida niños y desaparecidos cuentan su propia historia

Ecos de voces hace tiempo, de miradas extraviadas, la memoria es herida abierta, aunque hayan querido dormirla, cerrarla a fuerza de impuesto silencio. Pero de vez en cuando, vuelve y se hace grito, entonces los días idos se aproximan con todos los detalles de lo que fue y nunca más debe suceder.


El sur del subcontinente tiene mucho del desgarrado y desarraigado exilio, sus palabras llevan impresas las torturas y la llama encendida de la utopía realizable.


El 24 de marzo de 1976 Isabel Perón, presidenta de la República Argentina fue detenida. Una Junta de Comandantes, integrada por el Teniente Gral. Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Emilio Massera y el Brigadier Gral. Orlando R. Agosti, asumió el poder. Fue designado como presidente de facto Jorge Videla.


La Junta Militar impuso el terrorismo de Estado con el propósito de destruir toda forma de participación popular. Entre algunas de las medidas tomadas se encuentran la suspensión de la actividad política y de los derechos de los trabajadores, la prohibición de huelgas, disolución del congreso, la corte suprema de justicia y partidos políticos, la censura a los medios de comunicación y la quema de libros y revistas que ellos consideraran peligros.
Se inauguró el tiempo de la desaparición y el miedo.

VOCES
Pero la voz humana cuando tiene algo que contar siempre, siempre encuentra caminos para decir y decirse, los sueños, los miedos, la esperanza, los amores, la muerte… Y por eso, para recordar y recordarnos, es que la palabra debe tender puentes hacia el encuentro de las manos y los ojos de los otros, de nosotros, para construir juntos el mundo que no sólo es posible, sino y sobre todo, imprescindible.

Palabra Viva, Textos de escritoras y escritores desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado. Argentina 1974 – 1983, libro publicado por la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina en coedición con la Editorial José Martí (Instituto Cubano del Libro, 2006), recopila textos y biografías de ciento tres escritores que le rinden tributo a la memoria, a la vida, los amores, el combate y la resistencia.

Edades diversas y voces acalladas por la violencia se entretejen en las páginas de este libro que es sin duda, un canto infinito a la vida.


Jorge de la Cruz Agüero, tenía 17 años cuando desapareció, el 13 de enero de 1976. “Es que nos iremos / caminando despacio / por las calles y las plazas / como tristes baluartes de la risa, / como turbias hilachas de una época, / como mansos enfermos por la muerte? / Perdón señores grises, perdón / por ser tan pobres, / por vislumbrar el campo / y ahogarnos los puños entre sollozos escritos”.


Desaparecidos, nombre de una muerte que sembraron. Pero están, a través de éstas y otras páginas, están. ¿Quién puede acallarlos si sus voces, resurrectas y limpias, asaltan la conciencia? Están allí, diciendo, en cada verso, presente.


“Vamos, Patria, a caminar yo te acompaño / Yo bajaré los abismos que me digas / Yo beberé tus cálices amargos / Yo me quedaré ciego para que tengas ojos / Yo me quedaré sin voz para que cantes / Yo he de morir para que tú no mueras”, sigue diciendo Enrique Juárez, quien nacido el 12 de diciembre de 1944, fue desaparecido el 10 de diciembre de 1976.


Mientras que Ana María Ponce (10 de junio de 1952) detenida el 18 de julio de 1977 y desaparecida posteriormente, escribió “Que el silencio me devuelva tu voz, / que la sombra me entregue tu cuerpo, / que el aire me haga respirarte, / que esta muerte demorada / me dé tu vida. / Que haya una esperanza, / eso es lo que quiero / en definitiva decir, / que quede algo para decirme / que estás vivo. / Pero no estás”.

VOCES NIÑAS
Un periodista argentino, Hugo Paredero, después de culminada la dictadura militar, el 10 de diciembre de 1983, soñó con un libro que contuviera la historia argentina de esos años, narrada por niñas y niños menores de 12 años. Durante doce meses entrevistó a ciento cincuenta pequeños que contaron su propia historia.


El libro, que lleva el nombre de ¿Cómo es un recuerdo?, fue finalmente publicado en 2007, en una coedición entre la editorial argentina Libros del Zorzal y la venezolana Monte Ávila Editores Latinoamericana.


La lucidez con que los pequeños se sitúan frente a la historia, da cuenta de lo que significó ese período del país austral para ellos. Hoy, conmueven sus voces, al imaginar todo lo que perdieron esos chicos que hoy adultos, construyen otro presente.


Ocho años tenía Ernesto Roberto Ringa cuando sentenció que “No me gustan los militares, son malos, entran a las casas y matan a la gente… o los desaparecen, como a mi papá”. “Hicieron todo lo más feo que pudieron, con ellos todo se convirtió en miedo”, dijo Federico Guillermo Báez (10 años).


Paula Verónica Hoffman (12 años) comentó que “Todos conversábamos lo mismo, de los militares, que se vayan rápido. Pero no se podía decir mucho porque podíamos desaparecer nosotros también, la gente que opinaba desaparecía. Así sea gente que viva aquí, al lado, o más allá, en aquella casa, los que opinaban desaparecían”.

EL FUTURO IMPRESCINDIBLE
Están allí, con sus vivos y sus muertos, cantándole a la vida que nace desde la memoria. Están allí, nunca se han ido, no pudieron desaparecerlos, porque quedaron y quedamos para recordarlos.


“Tan rápido no va a cambiar, pero va a cambiar. El que trabaja debe tener esperanza, y hay que esperar. Imaginemos un país con justicia, con libertad, prosperidad, que trabaje y avance. Eso es posible, pero hay que tener buena voluntad, y trabajando tal vez lo logremos. Ahora sigamos, que después nos vamos a dar cuenta cómo va la cosa. Podría decirse que pasamos siete años podridos. Fueron el retroceso del país, el empobrecimiento moral e intelectual del país”, afirmó Federico Diego Verzura de once años. Mientras que Inés Soledad Loker Vilte (10 años) confirma que “tendríamos que luchar para que no vengan. Con armas no, porque va a haber mucha gente inocente que se va a morir. Con palabras vamos a luchar. Que todo el pueblo argentino se oponga con su palabra a que ellos vengan”.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Fantastica la puesta de tu página.
Me llamo Jorge y soy de argentina,
me gustaria invitarte a participar de una revista de calle : La orilla aspera.
correo
bibliotecalabianca@hotmail.com

blog:www.bibliotecalabianca.
blogspot.com
gracias. un abrazo!!!

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