IRAQ: La memoria incendiada


** Cuando se cumplieron cinco años de la invasión a Iraq, la memoria sigue siendo una herida abierta. Más de un millón de libros y cientos de miles de piezas arqueológicas han sido destruidas por el ejército invasor, en el primer atentado cultural del siglo XXI


Los pueblos se resisten a la desmemoria. Los bárbaros conquistadores han quemado millones de libros en la historia de la infamia universal. Sin contar las atrocidades cometidas por los españoles durante la dominación de América, el siglo XX fue escenario propicio para ultrajar la memoria colectiva de los pueblos. Los alemanes nazis durante la II Guerra Mundial incendiaron miles de libros, la dictadura franquista, los gobiernos de facto de Pinochet, Videla y Stroessner, en el sur del subcontinente, entre otros, fueron verdugos de cientos de hombres y mujeres, y de la palabra escrita que proclamaba verdades y sueños.

INVASIÓN A IRAQ
Con la excusa de una guerra preventiva, el gobierno de Estados Unidos invadió Iraq en marzo de 2003. Un genocidio al que tampoco han escapado los soldados estadounidenses que combaten una amenaza inexistente. La resistencia iraquí se mantiene cinco años después del atropello a todos los derechos e izquierdos humanos. Los muertos de la miseria humana tienen nombre, cada uno está vivo para decir y decirnos, que han podido asesinarlos, pero están vivos, volviendo cada día en el recuerdo de los que quedaron.

No escapó al fuego la Biblioteca Nacional de Bagdad. Allí, alrededor de un millón de textos, sucumbieron ante la violencia. La mágica tierra de Las Mil y una Noches canta ahora tras el humo de las casas y los sueños que se mantienen en pie y que se resisten a caer y volverse ceniza.

La Biblioteca de Bagdad fue objeto del fuego militar, al que no le interesa diferenciar los objetivos civiles y militares, porque según ellos, el enemigo se esconde incluso en las manos de un niño recién nacido.

Las salas de lectura y los estantes fueron arrasados y miles de manuscritos robados, ultrajados o destruidos. Incendiaron alrededor de un millón de volúmenes junto con miles de publicaciones periódicas, en las que estaban incluidas las primeras revistas impresas en lengua persa del mundo.

Asimismo, fue destruido el Archivo Nacional de Iraq. De allí desaparecieron millones de documentos, algunos del período otomano. Se calcula que además fueron robados más de 170 mil objetos de arte.

IRAQ: SÍMBOLO CULTURAL
Fue en Iraq donde nació el libro hace 55 siglos, hacia el año 3200 a.C. en la ciudad de Uruk, cuando florecía la civilización de los sumerios.

El único precedente a este crimen en Iraq fue en el año 1258, cuando los mongoles de Hulagu Khan entraron en Bagdad y arrojaron todos los manuscritos de esta ciudad al río Tigris. Aún no se puede saber, por ejemplo, cuántas tablillas y estelas de arcilla fueron destruidas o robadas del Museo Arqueológico.

Más de 700 manuscritos antiguos fueron acabados y más de 1500 desaparecieron en un centro de estudios religiosos. En la Academia de Ciencias de Iraq el sesenta por ciento de los textos se extinguió. Además la Madrasa Mustansiriyya, el centro de la ley, fue saqueada sin piedad, junto con la biblioteca de la Universidad de Bagdad.

LO QUE SE PERDIÓ
Aunque aún no se ha podido contabilizar con exactitud lo que desapareció de la tradición cultural iraquí, se puede concluir que la invasión estadounidense ha demostrado el poco respeto que ese gobierno posee por los seres humanos en el mundo. En el ámbito cultural las pérdidas son variadas e incalculables.

No sólo libros fueron destruidos en la Biblioteca. Se guardaban allí las tablillas del Código de Hamurabí, el primer registro de leyes del mundo. Este recinto guardaba textos de Súmer, Acadia, Babilonia, Asiria y Caldea, Persia y varias dinastías árabes. Desaparecieron muchas tablillas aún sin descifrar, algunas de las cuales se creía contenían datos sobre el origen de la escritura. Manuscritos con las primeras traducciones al árabe de Aristóteles, obras de Omar Khayyam, textos de la literatura persa antigua, poemas sufíes, novelas, crónicas árabes, mapas de Persia, donaciones de literatura occidental, una colección completa de literatura latinoamericana, y quién sabe qué más.

RESISTENCIA
A pesar del saqueo y la destrucción, algunos grupos de académicos han escondido textos religiosos, históricos, manuscritos iluminados y obras que constituyen parte de la identidad y del imaginario de los iraquíes. Y han revelado que los entregarán una vez que el ejército de ocupación desaloje el país.

Lo cierto, es que apenas se ha salvado alrededor del treinta por ciento del total de los libros que poseía la Biblioteca Nacional de Bagdad. De lo que sobrevivió, una parte fue robada. Otra parte de la colección está en la mezquita de Al Haq, donde hay más de 250 mil volúmenes. Hay también libros en lugares secretos. Pese a la destrucción la memoria no cerrará estas heridas. La agresión contra el pueblo iraquí, que posee más de siete mil años de historia, es parte de un proceso que tiene como objetivo la destrucción sistemática de su identidad cultural, para poder así dominarlo. Pero los pueblos resisten y éste no será la excepción.

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