La luz que no alumbra

A esta hora del año, en este sur imposible de raíces, el sol es un fantasma del Caribe. La luz está ahí, pero no alumbra, pero no entibia, lleva una existencia recortada de ambiciones. Dice Beatriz que soy como el Orinoco o como el Paraná, para seguir en esta geografía fracturada. Algo de transcurrir de aguas tiene mi piel debajo de los centímetros de lana que me engordan. La calma está en los ojos de quien contempla el curso de la corriente sin sumergir sus manos en los torbellinos que arrastran ramas y peces en el vientre del agua. A dónde terminarán los pasajeros de las profundidades, tal vez lleguen al mar y ahí encuentren su camino o quién sabe si de alguna manera las miserias que arrastra se queden durmiendo en el fondo, esperando, esperando que las aguas reflejen la quietud de una tarde de siesta. 

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