Deseos de fin de año

Estos días siempre son propicios para hacer balances de los días vividos, de las cosas y las gentes que hemos soñado, anhelado y sentido. Así como de lo tanto que nos falta por soñar y hacer realidad. Estos días traen siempre consigo el recuerdo de dolores viejos y otros recién adquiridos, el tacto de ausencias nuevas, gente y cosas que hemos perdido y otras que hemos ganado en el camino. En fin, este es un tiempo que casi siempre nos convoca a sacar cuentas, a echar de menos lo que falta y agradecer lo que tenemos y hemos sumado a la vida.
Aunque hay mucho de convención en este final de mes, hemos asistido y creo, espero, que no hayamos salido ilesos de este nuevo final del mundo, que resultó ser el comienzo de una nueva era para uno de los pueblos más originarios de Nuestra América. El mundito que nos tocó habitar ha pasado ya varios cataclismos mediáticos algunos más hollywoodenses que otros, que aunque no terminaron manifestándose en meteoritos o planetas estrellándose contra el nuestro o sistemas informáticos trastornando la normalidad, nos dejaron con la vulnerabilidad a flor de piel.
Lo cierto es que a lo mejor sin darnos cuenta, cada día que pasa es el final del mundo, o es la suma de ellos, porque en definitiva no hacemos nada o hacemos más bien poco, para que el mundo como lo conocemos sea un hogar digno, amable y amoroso para todos sus habitantes.
A veces, con cualquier paso de luna o día gris, me pregunto cómo es que nos asusta más un marciano verde y con antenitas que la imagen de un niño muriendo de sed o mutilado por bombas que llaman inteligentes, cómo es que nos conmueve con más ahínco la posibilidad de un diluvio universal y no las lluvias terribles que dejan sin casa y sin padres y sin hijos a tantos seres humanos. En fin, la barbarie es más descabellada en el mundo real que en las industrias del entretenimiento, pero aún así la Tierra es un lugar maravilloso, la casa más grande que podríamos tener, más luminosa y más viva que ninguna. Por eso, este fin de año propongo que levantemos las copas y las conciencias para que el mundo sea en el presente un mejor lugar para cada ser humano y cada ser viviente.
Ojalá aprendamos de una vez y para siempre a ser más sensibles, para que no nos asustemos del amor y podamos disfrutar por ejemplo de un atardecer frente al mar. Sería lindo que de verdad nos sintiéramos hermanos y unidos a todo lo que transpira, siente, vibra, canta, sea humano o sea árbol. Y podamos contemplar maravillados, el movimiento de las olas, de las hojas de los árboles mecidas por el viento y las formas caprichosas de las nubes.
Este diciembre de 2012 que ya termina según las cuentas de Occidente, que se quede con todas las sombras que nos habitan, que aprese para siempre el miedo al otro. Y que nos regale en las hojas nuevas del calendario la dicha de darnos cuentas que somos muchos y no estamos solos, y que entre todos podemos hacer que la vida sea más vida y que la muerte sea apenas la consecuencia de haber vivido. Que haga que la poesía sea materia obligatoria en escuelas y en la televisión para que aprendamos que las palabras son nuestras y nos definen. Que nos bañe con la lluvia que hace florear campos y suelos para que germinen los alimentos y en nosotros la convicción de que somos extensión infinita de la tierra.
Que el 2013 nos traiga por fin la paz y con ella a su hermana y amante la justicia. Que se funden miles y millones de escuelas que nos enseñen a todos a ser libres y hospitales que curen sin hacer de nosotros clientes.
Que el tiempo que viene nos haga aunque sea un tilín mejores como canta Silvio para que cuando crucemos la calle nos veamos a los ojos y nos reconozcamos. Que el tiempo que viene nos regale el placer infinito de leer un buen libro y la posibilidad hermosa de comentarlo con nuestros hijos en un almuerzo de domingo.
Deseo que el tiempo que viene nos permita tener la estatura de todos los niños y niñas para que aprendamos otra vez a mirar los juguetes como tesoros y el desorden como un universo en el que habitan las hadas y los mundos que solamente existen en sus cabezas despeinadas y alegres, y con ellos la risa más clara, la más honesta.
Pido también que nos ofrezca amanecer siempre al lado de un cuerpo amado, que nos de la dicha de sabernos completos y queridos en cada rincón de lo que somos. Que nos brinde cada amanecer un taza de café recién colado y que al abrir las ventanas entren los rayos del sol para que nos confirmen la vida que se funda en la luz. Y noches de estrellas y noches de truenos y relámpagos para dormir cobijados por el murmullo de la tierra húmeda y las gotas resbalando en las ventanas.
Que el 2013 nos permita los amigos incansables para conversar y reírnos y llorar y saber que hemos elegido a los hermanos de la vida. Que también, claro, nos traiga de cuando en vez la tristeza para confirmar que somos frágiles, vulnerables y tiernos, porque vivir a veces también duele.
Que los días que estamos por inaugurar nos traigan la picardía, la gracia, la alegría de estar vivos y de darnos cuenta que somos lo que somos no porque tengamos un auto y una casa grande o pasemos horas interminables en un gimnasio o un quirófano poniéndonos o quitándonos senos, glúteos o grasa. Somos la materia humana que tiene la bendición del canto, la palabra y el trazo, el don de escribir, forjar, tocar, soñar interpretar y transformar el mundo, y ojalá que sea siempre para el bien de todos, porque somos todos y todas, juntos, juntas, sino apenas el silencio.
Por eso, en estas fechas pido a la vida, la vida, la que nos pertenece aunque sea de prestado y por un rato no más, aunque sea sólo por un instante, para que aprendamos a cuidarla y a quererla, a venerarla y agradecerla, para que nos animemos en fin a luchar por ella porque es todo lo que tenemos para dejarle a las generaciones que están por venir.

¡Feliz año 2013!


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