Un par de postales...
Estela
36 años pasaron para que Estela por
fin pudiera abrazar a su nieto. Ella que tanto luchó por recuperar
los nombres y las vidas de otros nietos extraviados en el impuesto
silencio de la dictadura se reencuentra con los ojos de su hija en
él, que hoy la miran esperando los cuentos que nunca le pudo contar
en las noches de miedo y de frío.
Sofía
Cada tanto se pone a desempolvar la
biblioteca. Y de vez en cuando al abrir alguno de los libros la
asalta una flor que después de tanto tiempo entre las hojas conserva
la fragilidad de las alas de las mariposas. Los libros así
engalanados tienen para Sofía el color y tal vez el tacto de un amor
o de una tarde de parque en la que la soledad le obsequió un momento
para guardar en la memoria.
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