Despedidas
Cada vez que decimos adiós un largo transcurrir de sueños se
marcha. Cada quien decide cómo se despide y qué se lleva del tiempo vivido. Y
aunque siempre queda algo de nostalgia, también algo de luz y de sombra nos
espera.
Finalmente, algo o alguien está del otro lado aguardando para contar un
trozo de la historia a nuestro lado.
He dicho adiós un sinfín de veces, algunas con más escándalo
y otras más tristes, en silencio.
No es menos cierto que cada adiós deja una herida, una
marca, que llena de olores y texturas el tiempo que está por venir.
De los viejos amores me he quedado con unos bellos ojos a
orillas de una playa en el Caribe, con una voz de caverna que supo nombrarme y
llenarme, con unas piernas que caminaron junto a las mías una ciudad de Jacarandas
y libros, de unos brazos que me abrieron las puertas y me salvaron.
De todos ellos me he despedido antes y ahora, y pese al
tiempo, están en la memoria que un día supo darle la bienvenida a la esperanza.
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