Distancias


Lejos. África en otro continente.
Lejos. El niño que duerme en un cartón con la noche como techo.
Lejos. Lejos. La madre que se ha quedado sola con la pobreza en los pezones.
Lejos. El hombre que roba un pan para cenar.
Más allá, a distancia, las guerras en Siria o Palestina.
Lejos, como una peste, la mujer que barre los pisos de una calle en Europa.
Lejos los inmigrantes que duermen el sueño más oscuro en el Mediterráneo.
Lejos. Los locos, los solos, los esperanzados, los utópicos, los distintos.
Lejos, cuanto más lejos mejor, los pobres de todas las pobrezas, los abandonados de todos los abandonos, los tristes, los suicidas, los melancólicos y los obreros.
Lejos.
Ahora la distancia nos tocó a nosotros. Los buenos, los trabajadores, los meritócratas de las buenas costumbres y de dios.
Lejos nosotros, lejos de todo lo que es verdadero.
Hace cuánto empezó la lejanía. Hace cuántos kilómetros y cuántos silencios dejamos de ser nosotros. Desde cuándo estamos lejos, con los ojos cerrados, convenciéndonos de que el otro es solo una nota en el diario.
Lejos. La distancia nos desnuda.
Lejos quedó el futuro. Lejos.

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