Las puestas de sol
Cada tarde, justo cuando se pone el
sol, suena la notificación de un mensaje entrando al teléfono. Casi siempre intuyo
lo que viene a continuación. Un viejo, muy viejo amor, manda cada día la foto
del atardecer que contempla desde su ventana. Aunque probablemente no sea la
única destinataria de sus imágenes, cuando por alguna razón faltan, las echo en
menos.
Esos gestos que al pasar se van
haciendo cotidianos, no nos devuelven lo que sentimos, pero encienden las
cenizas, ¿acaso el amor no tiene la dimensión de la memoria? Un ave Fénix
aletea cuando la línea del horizonte enciende la pantalla del celular.
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