La paz y la cultura: por una cultura de la paz
El país todo está llamado a
contribuir con la edificación de la paz como un valor supremo de la
vida en colectivo. Convocados por el Ministerio del Poder Popular
para la Cultura a conversar sobre estas cosas en un foro en el que
estuvieron presentes los escritores e intelectuales Luis Britto
García y Roberto Hernández Montoya, compartí estas reflexiones...
Seamos propositivos en cuanto al tema
de la edificación colectiva de la paz, quiere decir de una sociedad
más plena y que sepa poner la vida como valor fundamental. Que ponga
el acento en la solidaridad y el respeto, y que rescate y tome para
sí la ternura a la que nos llamaba siempre Ernesto Che Guevara y de
la que fue fiel ejemplo el Presidente Chávez.
Lo primero es reconocer todo el
esfuerzo que ha venido haciendo durante estos quince años el
Gobierno Bolivariano para cerrar la brecha social y ser un país más
justo en la distribución de la riqueza. Grandes logros se han
alcanzado, sólo menciono tres ejemplos: la declaración de Venezuela
como país libre de analfabetismo, haber bajado a un dígito la
pobreza y llegar a ser uno de los países con más personas
estudiando. Eso es sin duda alguna es trabajar por la paz y por la
vida.
Y es que sin concluir la tarea, aquí
lo que se ha venido haciendo es darle nuevamente contenido al ser
humano, darle predominio al ser sobre el tener, quiere decir que
estamos trabajando por crear una nueva subjetividad que nos permita
entonces revalorar la vida, la propia y la ajena.
Tiempo libre
Una conquista por cierto histórica del
Pueblo venezolano es la reducción de la jornada laboral. Con la
revolución hemos ganado tiempo libre, tiempo para vivir mejor, pero
este tiempo tiene necesariamente que ser para la creación y la
liberación, para el disfrute sano, para el encuentro de la familia,
para el esparcimiento y la recreación fructífera. Hay que ganarle
ese tiempo a los medios, restárselo a la pantallas. En este sentido,
la cultura juega un papel extraordinario.
Caracas es un ejemplo hermoso de cómo
desde la cultura se contribuye a la conformación de espacios para la
paz. Cuando un gobierno asume la tarea de construir parques o de
salvar del abandono los que ya estaban, estamos hablando de espacios
de y para la paz. Porque encontrándonos y estando juntos alejamos
las posibilidades de la violencia.
Las calles, las plazas y los parques
son y deben ser de los ciudadanos, deben ser espacios de ciudadanía,
de encuentro, de conversa, de juegos, de pelotas, de columpios.Cuando se activó la Ruta Nocturna en
Caracas, con una oferta cultural entretenida, para que los jóvenes
disfrutaran la noche, ¿no se está acaso contribuyendo a la paz?
Cuando se hacen conciertos en la Diego Ibarra por ejemplo, ¿no se le
está dando a la ciudad un espacio para el disfrute sano y
alternativo? De eso se trata, de que el Gobierno en todas sus
instancias, fomente una agenda cultural para el disfrute del Pueblo.
Allí están los teatros y su
programación permanente para niños, jóvenes y adultos, los
conciertos de diversos géneros musicales, las plazas que convocan
siempre los juegos, en fin... toda una programación que hay que
seguir reforzando para que cada vez cubra más espacios. Y esta
experiencia de Caracas urge llevarla a los estados y a los
municipios. Por ejemplo, la hermosa gestión cultural que lleva
adelante Pdvsa La Estancia en Caracas, Zulia y Paraguaná debe estar
presente en Bolívar y Cojedes y Barinas y Amazonas, en fin en cada
rinconcito de la Patria.
Pero además de la programación
cultural hay que seguir ahondando en la tarea que el Ministerio del
Poder Popular para la Cultura viene desarrollando, que es la
ejecución de talleres Barrio Adentro. Y contar estas experiencias
para que cada vez se sumen más niños, más jóvenes y más
adultos... porque en materia cultural poco se dice...
Pero este esfuerzo no puede ser
solamente del ministerio, las alcaldías tienen que participar
también para como dijimos antes que el tiempo libre sea un tiempo
luminoso de creación.
Medios y paz
La paz es inclusión, es cultura, es
solidaridad, es encuentro... la mayoría de los seres humanos
apostamos a la paz verdadera, a la que finalmente daremos a luz
juntos y juntas. En esta construcción, por supuesto que juegan un
papel fundamental las industrias de la información y el
entretenimiento. Pero no podemos seguir poniendo a la televisión
como el centro de la discusión sobre la paz. La cultura televisiva
es una vertiente (la familia, la escuela y el Estado son otros
actores importantes de este debate). Los canales de televisión no
son más que un negocio o en el mejor de los casos un espacio para el
entretenimiento fácil. Pero eso pasa en el mundo entero y Venezuela
no es una excepción. Esto no quiere decir que el Estado no debe
proteger al Pueblo y regular la materia comunicacional aplicando las
leyes existentes (y modificando o creando nuevas si hace falta), así
como llamar a la convivencia y a la promoción de valores a los
dueños de esas industrias. Pero el acento principal debe estar en
generar nuestros contenidos y alternativas de calidad a lo que ellos
nos imponen desde sus pantallas.
Nosotros somos más, ¿acaso no lo
hemos demostrado a lo largo de quince años? Somos mayoría. Y por
eso mismo tenemos la oportunidad maravillosa de construir nuevas
propuestas.
Pero si hablamos de televisión hay que
profundizar en la enseñanza del lenguaje audiovisual en las
escuelas. Nuestros niños no pueden seguir estando a merced de los
mensajes de consumo y formación de valores que atentan contra la
vida, sin las herramientas necesarias para decodificar el mensaje
televisivo y defenderse de los medios. Vamos a formar a nuestros
niños para que puedan y sepan discernir sobre lo que están viendo.
Esa es materia ya incluida en la Ley de Educación.
Creo que el esfuerzo fundamental debe
ir, en cuanto al tema de los medios, no a regular contenidos, tarea
prácticamente imposible, sino a que nuestro pueblo tenga las
herramientas para elegir libre y auténticamente los mensajes con los
cuales se queda.
Pero nosotros no hemos sabido tampoco
generar nuevas aproximaciones a los medios, pareciera que siempre
estamos copiando modelos y actuando muchas veces por reacción.
Pero es que hasta en nuestro sistema
nacional de medios públicos parece más importante lo que dice un
actor de tv que uno de teatro o un escritor o un artista plástico.
¿Por qué no podemos generar contenidos que dejen de manifiesto lo
interesante que puede ser participar en el sistema de orquestas o en
el recién creado movimiento teatral de las escuelas?
Si vamos a hablar de paz y medios,
entonces los primeros que deben dar el ejemplo son los del sistema
nacional. Tenemos que tener más espacios para lo que realmente
edifica y forma sociedades libres y felices, la cultura, la ciencia y
la historia, entre otras manifestaciones del hacer y quehacer humano.
Para poner solo un ejemplo... Sobre
libros en VTV hay un solo programa, La librería Mediática, que lo
pasan los sábados y tenía una reposición los domingos, bueno esa
reposición la eliminaron. TV Todos Adentro apenas tiene una hora en
nuestro canal... ¿no estamos hablando de construir la paz con base
en la cultura? ¿Y entonces?
Otro ejemplo más, la Bodega Cultural
que es un programa radial del Ministerio del Poder Popular para la
Cultura lo transmiten por Alba Ciudad. ¿Ustedes saben que esta
emisora solamente se escucha en Caracas? El resto del país no tiene
la oportunidad de escuchar al Ministro de la Cultura conversando
sobre los avances y proyectos del Ministerio. ¿Por qué no hacen el
programa o lo reponen por lo menos en Radio Nacional de Venezuela que
sí tiene cobertura nacional? ¿y por qué no replicamos Alba Ciudad
en todo el país?¿Saben cuánto tiempo le dedican a la cultura en
los noticieros del sistema nacional de medios públicos? Seguramente
no llegan ni a cinco minutos y si incluyen una nota es mucho, pero
además la nota es tratada no como una noticia importante sino como
una notita de color al cierre de la emisión. Y resulta que esto no
tiene coherencia con los recursos y el esfuerzo que pone todo el
Gobierno Bolivariano en la inversión cultural, que estoy segura no
es suficiente, pero es muchísimo más de lo que habíamos soñado
incluso los más optimistas.
Si queremos una cultura de paz y para
la paz, entonces también tenemos que reformular la manera en que nos
aproximamos a ella desde nuestros medios.
La cultura, nuestra cultura, la
creación libre de nuestro pueblo, es un patrimonio de todos, sobre
él, sobre ese bien que es creación colectiva, que es memoria
encendida, que es resistencia popular, es que tenemos que forjar el
futuro.
En este país hermoso hay hombres y
mujeres como Luis Britto García, Roberto Hernández Montoya y
Roberto Malaver, Juan Calzadilla, Gustavo Pereira, Ana Enriqueta
Terán, Lilia Vera, Ramón Palomares, José Alejandro Delgado, Gino
González, Sol Linares, tantos y tantas que aunque no salen en los
medios son ejemplo de constancia, de entrega amorosa, de trabajo
arduo. En fin ellos son gente de paz... ellos y ellas tienen tanto
que enseñar, como las madres que se levantan tempranito a preparar
arepas, planchar uniformes y trabajar... la gente de paz es la
mayoría de nuestro país.
Vamos a volver a contarnos las
esperanzas, a soñarnos mejores, a darle nuevamente contenido a las
palabras. Ganémonos la paz juntos, en las calles, en las plazas, en
las escuelas, haciendo música, cine, teatro, danza, escribiendo,
leyendo, moldeando arcilla, haciendo nacer el futuro de nuestras
voces para siempre y sepamos entonces reconocer la vida hermosa y el
legado que también le debemos a las generaciones futuras.
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