Earle Herrera desmuere de amor

Como un aleteo a pesar de las cenizas, o más bien un batir de alas gracias al fuego, ese desmorirse que tiene tanto de inusitado amor, tanto de asombro a pesar de los asombros, tanta conmoción a pesar de las esperanzas rotas, de los años idos o gracias a ellos. Desmorir de amor, nacer de nuevo, capitular una y otra vez, sin saldar las cuentas con las bancarrotas del alma, con las caricias que se han olvidado y que de pronto asaltan.

Habría que preguntarle al poeta si el amor es, a final de cuentas, una cuenta por pagar o una por cobrar, una por vivir, sentir, cantar y publicar a los cuatro vientos, porque los amores buenos, los amores limpios no pueden menos que anunciarse al mundo con la imagen de un santo y un sueño.

Desmorir de amor, publicado por la editorial El Perro y La Rana, en 2009, es el hondo manifiesto de Earle Herrera, del hombre, del poeta. Ese que anda saltando los charcos de los fracasos y de las ilusiones, de los reveses del mar contenido en los ojos y de la palabra que emerge tras una puerta que se cierra y una ventana que se abre.

Earle Herrera, periodista y profesor de la Universidad Central de Venezuela, ha sido en tres ocasiones galardonado con el Premio Nacional de Periodismo. Nació en El Tigrito, estado Anzoátegui, en 1949, y actualmente es diputado a la Asamblea Nacional. Con Desmorir de amor, regala la lectura de sus versos más conmovidos de esperanzas.

“Ya no le canto al desengaño el amor / ha tocado a mis puertas cuando no lo esperaba / cuando no lo creía y lo daba por muerto / (…) / Voy a desmorir pronto a desmorirme todo / a desenterrarme y volver a entregarme / para que me queme lo que ayer me quemó”. (Desmorir de amor, fragmento)

Tierra y cuerpo, noción de patria y sueños. La vida transcurre en los ires y venires de los roces que se quedaron prendidos en la memoria del beso. La mujer es territorio que yace en las agujas de los relojes y su imagen se multiplica en los cristales de las copas que apuran un trago en el bar de una esquina, poblada de fantasmas que nombran y la nombran.

“Anduve a ciegas / sin rosa de los vientos / que a tu rosa me llevaran / El norte fue embriagante / palabra y verbo / la palabra silente, el verbo de fuego / (…) / Bajé al sur / ¡oh el sur! Tierra húmeda, grama tibia / sur huracanado / Frenesí / Entrega / Extraviado / ya no pude volver a los otros puntos / perdido como estaba / en el sur profundo / en tu sur / donde arrié mi bandera”. (Al sur del amor, fragmento)

El tiempo y el país se hacen presentes en los versos del poeta. La geografía que sabe de nomeolvides y cantos más viejos, más añejos, germinan de la palabra de Earle como un hondo suspiro, como una lluvia a destiempo, como un sol de sabanas, como un crujir del aguacero.

“Por todos los mayos de tus ojos / mayo para la cruz o los velorios / de caña y canto procesión y credo / de luna y contracanto / y yo tan lejos / (…) / Rosas regadas en París / aquel Mayo del 68 / O rosas fusiladas en Praga / otra oscurecida primavera / Mayo también / aquella mirada la primera / que se quedó en la tuya / hasta la última mirada de tus mayos / por todos los mayos de tus ojos”. (Te amaré en mayo, fragmento)

Earle Herrera, poeta, militante de las mejores causas, de la patria y el eco, del amor y sus reversos, de la vida que nace del vientre de la luna y sus entuertos, de la esperanza que germina una noche de mayo y una mañana de febrero. Con estos poemas se percibe al hombre, se perfila al poeta de la patria, al que es capaz de nombrar la ternura y conservar para todos la razón de las luchas.

Este desmorir de amor que lo invoca es una invitación a beberse el agua fresca que cruje en las calles y alza vuelo en una hoja mecida por el viento, que despacio, que lenta, se hace verso.

“Desmorir de amor en la selva profunda / amarse entre las lianas hasta la vida / Amar a la amada amar al mundo / amar la vida hasta la muerte / Amar a los niños y a los árboles / amar a los pobres y al planeta / Amarte a ti con pasión y deseo / amarte a ti sin lógica posible / Amarte hasta más allá de la vida / desmorir para amarte más allá de la muerte”. (Amar hasta desmorir, fragmento)

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